EL MUNDO – 09/07/17
· Catalunya en Comú evita respaldar el referéndum, lo rebaja a una simple «movilización» y dice que no hará campaña por la participación.
· El ‘president’ carga contra ellos: «Cuando les pides ayuda están con González, Aznar y Zapatero»
Catalunya en Comú, el partido de ámbito autonómico liderado por Ada Colau, anunció ayer que no apoyará la votación independentista que Carles Puigdemont pretende organizar el próximo 1 de octubre, al considerar que «no es un referéndum vinculante», sino una mera «movilización por el derecho a decidir», similar a la que tuvo lugar el 9 de noviembre de 2014.
Fieles a su estilo, los comunes abrazaron una fórmula ambigua para desvincularse de los planes de Puigdemont e intentar no quedar encuadrados en el mismo bando que el PP, el PSOE y Ciudadanos, partidos que rechazan sin ambages el referéndum que el Gobierno de la Generalitat promete celebrar con o sin el consentimiento del Estado y bajo una legislación propia inventada para la ocasión.
Catalunya en Comú puso ayer sobre la mesa tres propuestas para fijar su posición sobre el referéndum. La primera, que no llegó ni a votarse, apostaba por rechazar sin paños calientes la consulta secesionista. La segunda pedía respaldarla y llamar al voto de «forma crítica». Y la tercera defendía participar en el 1-O entendiéndolo únicamente como una movilización contra el «inmovilismo del PP» y «no como el referéndum que Cataluña merece y necesita». Esta última opción, la defendida por Colau, resultó finalmente ganadora, al obtener 85 de los 114 votos emitidos.
«Un referéndum es una herramienta de resolución de conflictos y lo que el Govern está planteando es una movilización de soberanía, un espacio de afirmación», apostilló tras la reunión de la Ejecutiva el coordinador general del partido, Xavier Domènech, quien tomó la palabra ante los medios, mientras Colau prefería mantenerse en un segundo plano.
Domènech se comprometió a seguir persiguiendo «un referéndum efectivo para Cataluña», dado que, a su entender, «una gran parte del país no se siente llamada a votar el 1-O».
Apoyado en este último argumento, el partido de Colau no pretende hacer campaña para alentar a la participación en el referéndum urdido por Junts pel Sí y la CUP, y se distancia de la rama catalana de Podemos, que el viernes comunicó su intención de colaborar con las formaciones independentistas para conseguir una «participación masiva» en el referéndum, lo que generó un cisma con la dirección nacional del partido liderado por Pablo Iglesias.
«Nuestra posición es clara. Nosotros estamos con Xavi Domènech y Ada Colau, que han planteado lo sensato: el 1 de octubre puede ser una movilización legítima, pero eso no es el ejercicio del derecho a decidir mediante un referéndum con garantías y eficacia jurídica», manifestó el viernes Iglesias, para sumarse por anticipado al argumentario ayer aprobado por Catalunya en Comú.
Los matices introducidos por Colau y avalados por Iglesias no sirvieron para aplacar a un cada vez más embravecido Puigdemont. «Van vestidos de antisistema, pero cuando les pides ayuda por sistema están al lado de Felipe González, Aznar y Zapatero», aseveró el jefe del Ejecutivo catalán, ya antes de que la formación de la alcaldesa de Barcelona votase para ratificar su posicionamiento sobre el referéndum. El president busca colocar así a Catalunya en Comú en el frente «unionista» que tanto repudia, como en su día hizo Artur Mas con ICV tras retirar su respaldo al 9-N al constatar que la consulta tampoco reunía las garantías necesarias.
Puigdemont reprochó a Colau y a sus bases que vieran «fantástico que en Grecia se convocara un referéndum con una semana de antelación y ahora no vean garantías en el proceso catalán», en referencia al plebiscito que el primer ministro griego, Alexis Tsipras, convocó en 2015 sobre el rescate económico por parte de la Unión Europea.
También la coordinadora del PDeCat, Marta Pascal, preguntó a Colau «si está al lado del PP o del de los que tenemos coraje para poner las urnas», con el objetivo de anular la escala de grises en la que Catalunya en Comú pretende seguir instalada.
Con este choque queda finiquitado el idilio que Ada Colau y Carles Puigdemont inauguraron en diciembre del pasado año, cuando la alcaldesa de Barcelona se sumó al Pacto Nacional por el Referéndum y participó en una de las cumbres celebradas en el Parlament para orquestar la consulta de autodeterminación. Ya entonces la líder de Catalunya en Comú advirtió al presidente de la Generalitat: «Quizás es mejor no poner fechas a corto plazo, porque si no se cumplen, lo que suele pasar es que se genera frustración. Puede tardar más tiempo y la cuestión es hacerlo y hacerlo bien».
Pero, llegado el momento, Puigdemont apostó por la vía unilateral y fijó fecha y pregunta para el referéndum, dando por agotada la vía de la negociación y sepultando las garantías que Colau exigía para mantenerse como aliada del procés.
Ya en la última reunión del Pacto Nacional por el Referéndum, celebrada en junio y en la que la plataforma expresó su rechazo a la independencia unilateral exprés, Colau decidió no participar y cedió el testigo a Domènech y a su primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello. Su ausencia fue sólo un anticipo de la ruptura definitiva con Puigdemont, ayer consumada, pese al ambiguo relato siempre empleado por los comunes.
Mientras, desde la cumbre del G-20 que se celebra en Hamburgo, Rajoy defendió la estrategia del Gobierno y advirtió que él nunca hará «nada fuera de la ley».
EL MUNDO – 09/07/17