EL MUNDO 24/03/14
Ayer, a las 15.03, el hilo que unía a Adolfo Suárez con la vida se rompió. El hombre que tendió el puente sobre las aguas turbulentas de dos Españas que durante 40 años habían sido irreconciliables fallecía en la Clínica Cemtro de Madrid, a los 81 años, tras una década sumido en la oscuridad del Alzheimer.
Murió rodeado de sus hijos; se apagó apaciblemente como pronosticaron los médicos y su hijo Adolfo había anunciado el viernes. El país aguardaba la noticia. No fue una sorpresa. De hecho, a lo largo del fin de semana, España entera ha vuelto la vista atrás para reconocer unánimemente al hombre de Estado que pilotó, junto al Rey, la Transición.
Nada más hacerse pública la noticia de su fallecimiento hubo una avalancha de declaraciones. La primera, la del Rey, en homenaje a quien fue su amigo, su compañero y su apoyo en unos años en los que la estabilidad y la paz del país se tambaleaban en la cuerda floja.
Después, los dos hombres que encabezan las fuerzas políticas mayoritarias: el presidente del Gobierno y líder del PP, Mariano Rajoy, y el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba. Ambos coincidieron en definirlo como el referente de la «concordia». Sigue en página 4
Adolfo Suárez, el artífice del cambio, el maestro del diálogo y del consenso, el mito de la Transición. No en vano, él fue quien, con la ayuda de Torcuato Fernández Miranda, y con la plena complicidad del Rey Juan Carlos, impulsó la Ley de Reforma Política que enterró para siempre la Dictadura.
Rajoy ensalzó su figura apenas hora y media después de que se anunciara el óbito. Lo hizo en una declaración institucional solemne desde el Salón de Tapices del Palacio de La Moncloa, la estancia que se reserva en Presidencia del Gobierno para las grandes ocasiones.
«Siempre tuvo la talla de un hombre de Estado. Supo unir a los españoles», afirmó el presidente tras confesar el sentimiento de «pena, compartida con millones de españoles», que le provocaba la noticia. Para Rajoy, Suárez es un grande de la Historia de España, una de las figuras «más importantes y positivas» a la que la nación entera debe agradecimiento. Fue, recalcó, «el hombre de concordia que hizo posible la democracia en España y nos abrió las puertas de Europa».
El presidente admitió la imposibilidad de resumir su legado en una breve declaración, sencillamente porque los pilares del país democrático, moderno e integrado plenamente en las más importantes esferas internacionales, los construyó él. Lo que hizo, constató, «lo seguimos disfrutando hoy».
Fue, en definitiva, el artífice de «uno de los mayores logros colectivos que los españoles hemos conseguido como país: la Transición política, los derechos y libertades de la Constitución de 1978, y la vuelta de España al proyecto europeo».
Rajoy quiso detenerse especialmente en la obra constitucional que, un buen número de fuerzas políticas considera necesario someter ahora a revisión.
El jefe del Ejecutivo opina lo contrario. Para él, la Carta Magna que nació del consenso impulsado por Adolfo Suárez sigue siendo la palanca que ha hecho posible «la mayor época de prosperidad, de paz, libertad y apertura de nuestra historia». Ayer, esta fue la clave en torno a la cual quiso el presidente rendir homenaje a quien ocupó su mismo sillón en los albores de la Democracia.
«Tuvo siempre la talla de un hombre de Estado. Su capacidad para forjar consensos logró superar divisiones y unir a los españoles en una gran causa común: la de la libertad, el bienestar y el desarrollo de la sociedad en su conjunto», afirmó. «Su intuición, su habilidad y su coraje fueron determinantes para fraguar el país más libre y más justo en el que hoy vivimos», añadió.
Someramente hizo mención también a las importantísimas dificultades políticas que Suárez hubo de superar. Unos le consideraban un rojo peligroso y otros el mismo perro con distinto collar. Hubo de enfrentarse a la incomprensión y finalmente demostró que lo suyo era convencer y no imponer.
Baste recordar que decretó la amnistía política y legalizó el Partido Comunista y los sindicatos. Con él se aprobaron los Estatutos de preautonomía de Cataluña, País Vasco y Galicia y se redactó y votó la Constitución.
También hizo frente a una gravísima crisis económica y para contener su avance promovió los famosos Pactos de La Moncloa firmados por los principales partidos, la patronal y los sindicatos. Aquello fue todo un ejemplo de concertación.
Y, además, hubo de soportar los zarpazos más brutales del terrorismo etarra. Su coraje a la hora de enfrentarse a estos retos no hacen, según destacó el presidente, «sino engrandecer su mérito».
Siempre fue un batallador, hasta el final. Su trayectoria al frente del Gobierno estuvo plagada de momentos graves, el último el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 que se produjo justo cuando apraba sus últimos minutos en el primer sillón de la bancada azul del Congreso. «La democracia es irreversible», sentenció cuando la asonada ya había fracasado.
Suárez supo, en definitiva, «poner en valor la responsabilidad y la generosidad que siempre han tenido los españoles para salir adelante con éxito en los momentos difíciles, un espíritu de superación que», añadió con la vista puesta ya en la actualidad, «tiene plena vigencia en nuestros días».
«El mejor homenaje», finalizó rajoy, «que podemos hacerle todos los españoles es seguir el camino que él mismo nos marcó: el del entendimiento, la concordia y la solidaridad».
También Rubalcaba ensalzó la figura del hombre y del político. Sus palabras no discreparon ni un milímetro de las del presidente del Gobierno. La muerte de Suárez los unió ayer a ambos estrechamente en un mismo discurso.
«Supo unir a quienes desde posiciones políticas distintas compartían con él un compromiso por la libertad y lo hizo con la firme voluntad de construir una España en la que cupieran todos», apuntó el líder de la oposición. También para él, como para el presidente del Gobierno, la Constitución es el mejor ejemplo de la inteligencia y la capacidad que tuvo Adolfo Suárez para alcanzar acuerdos.
«Su tarea fue difícil, como lo fue su salida de la vida pública», señaló el líder del PSOE quien también se refirió a la «cruel enfermedad» que le ha mantenido apartado irremediablemente de los españoles en la última década y que finalmente ha acabado con su vida.
El primer presidente de la democracia, Adolfo Suárez, recibirá hoy el homenaje de los ciudadanos en la sede de la soberanía nacional. La capilla ardiente quedará instalada en el salón de los Pasos Perdidos del Congreso de los Diputados desde las 10.00 horas y permanecerá abierta hasta mañana martes.