IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO
Primero, la admiración. Usted sabe que estamos en una crisis terrible, provocada por una pandemia impredecible. Y también sabe que, con tal motivo, se ha producido una movilización de fondos públicos de un tamaño tan gigantesco que nos obliga a remontarnos al final de la Segunda Guerra Mundial para encontrar un precedente de similar amplitud, con el famoso Plan Marshall. Conoce igualmente que se han establecido una serie de planes para distribuir los fondos y canalizarlos hasta sus destinatarios finales. En nuestro caso, esa distribución es un poco más compleja pues se desarrolla a través del largo eje Bruselas-Madrid-autonomías. Por último, y una vez que el Gobierno central presentó en Bruselas su plan, está usted al tanto de que las comunidades autónomas están haciendo públicos los suyos.
A mí, todo esto me produce admiración. ¿De verdad conocen los dirigentes políticos lo que le conviene al sistema económico? Por supuesto que no hablo de los grandes conceptos, tales como digitalización, transformación energética, medio ambiente y generalidades así. A eso llegan ellos e, incluso, llegamos nosotros, pobres e indefensos mortales. Pero lo que me causa una admiración profunda y extensa es que no solo saben eso, sino que conocen datos tan precisos como los que leíamos ayer. La aplicación de la Ley del Cambio Climático exige 2.105,9 millones de euros; el despliegue del hidrógeno, 1.410,4 millones; la inteligencia en las redes, 1.518,5 millones, etc. Y eso solo en el País Vasco, que en el resto sucede exactamente lo mismo. Impresionante. Conozco a muchos dirigentes empresariales que se devanan los sesos para averiguar lo que necesita su empresa, y ellos saben todo lo que necesita el País. Chapeau.
Luego, el desorden. Si lee los planes elaborados por las diversas autonomías -no le exijo que se someta a tal tormento, solo que me crea-, comprobará fácilmente que todos ellos, insisto todos ellos, hablan de lo mismo: de digitalización, de transformación energética, de medio ambiente, etc. ¿De qué iban a hablar? Correcto, pero ¿va a poner alguien orden en este caos o vamos a tener electrólisis del hidrógeno en Bollullos del Condado y en Orejuela del Sordete? ¿Fabricación de baterías en Don Benito y en Gizaburuaga? ¿Producción de litio en Colmenar Viejo y en Calella de Palafrugell?
Las autonomías se han lanzado al cuello del programa en busca de la mayor tajada. Es lógico. Y se quejan de que el Gobierno central se reserva el solomillo. Es normal. Pero si los 140.000 millones de euros que vienen (¿?) se van a repartir en modelo ‘sokatira’, solo en base a quién tiene más fuerza para arrimar el ascua de los millones a la sardina de sus necesidades, y si no hay una visión de conjunto, esto va a ser un desorden. No sería lo peor. Lo peor sería que se convirtiese en un despilfarro. Eso, peor que un crimen, sería un error. Además, imperdonable.