El conseller de Interior de la Generalitat contó ayer en la radio algunas cosas que había declarado el presunto etarra detenido en Port Bou; antes incluso de que éste comparezca ante el juez. Lo alarmante es que algún responsable de Interior se lo haya contado a alguien como Joan Saura. Menos mal que el conseller no las ha colgado en su perfil de Facebook.
El etarra Jon Rosales, detenido por los Mossos d’Esquadra el miércoles pasado, tenía un perfil en Facebook. Allí colgó su foto con la camiseta de la selección española. El asunto tiene su interés, porque durante los últimos campeonatos de fútbol (mundial y europeo) era difícil comprarle a un niño una camiseta de la Roja en el País Vasco. Los comercios no solían tener existencias. Si llega a pisar tierra catalana vestido de esa guisa podría haber sido detenido por provocador. Así lo fue por terrorista.
Una lumbrera. Todavía hoy basta con teclear su nombre en Google para que salgan todas sus fotos y los nombres y fotos de sus 42 amigos, algunos de los cuales también eran colegas en los afanes terroristas. Esa foto con la camiseta de la Roja tendrá efectos sobre el comercio minorista en el País Vasco. Los tenderos descubrirán un nicho de mercado que tenían sin explotar y, libres ya de cualquier prudencia, que no miedo, llenarán sus estanterías con prendas antes inexistentes. La izquierda abertzale, enterada de las nuevas tendencias en los atuendos futbolísticos, seguirá el ejemplo de nuestros gudaris de hoy, que es lo que ha hecho a lo largo de toda su historia.
«A lo largo de su vida, por muy miserable que ésta sea, todo el mundo tiene derecho a sus 15 minutos de gloria», dijo ya hace unos años Andy Warhol, pero nunca fue tan verdad como en este tiempo. Una cosa es que en Euskadi no tenga sentido la novela policiaca, porque aquí el crimen se reivindica, como dijo Onaindía, y otra cosa distinta es que el jefe del comando desarticulado hace dos semanas por la Ertzaintza, Aitzol Etxaburu, reivindicara los atentados desde su propio teléfono móvil; que Igor Martín, otro de sus integrantes, fuera un bocazas que diera detalles en público de sus gestas ondarresas y que su novia tuviera, al igual que Jon Rosales, un perfil en Facebook, donde iba dejando un rastro de datos de gran provecho para los Cuerpos de Seguridad.
Onaindía también solía expresar su desconfianza hacia la predisposición a abandonar las armas por parte de los etarras, porque «la mayor parte de ellos tendría que dedicarse a vender entradas en la discoteca de su pueblo». Tal vez ahora tengamos una solución intermedia sin salir del sector, sin renunciar del todo a la épica y al stardust. No falta mucho para que los veamos concursando en Mira quién baila.
Ciertamente, la banda terrorista está en horas bajas. Tanto, que los responsables de nuestra seguridad han debido de verse interpelados en su sentido del fair play. Quizá por eso, el conseller de Interior de la Generalitat contó ayer en los micrófonos de Catalunya Radio algunas de las cosas que había declarado el presunto etarra Faustino Marcos, detenido el martes en Port Bou por la Policía Nacional. Mira quién declara en riguroso directo, antes incluso de que el detenido comparezca ante el juez. El asunto es tanto más notable si tenemos en cuenta que la Policía Nacional no le contaría estas cosas a un consejero autonómico. Lo alarmante es que algún alto responsable de Interior se lo haya contado a alguien como Joan Saura. Menos mal que el conseller no las ha colgado en su propio perfil de Facebook.
Santiago González, EL MUNDO, 19/2/2010