JUAN CARLOS GIRAUTA-ABC
- Un puñado de leyes con deliberados agujeros negros se están aprobando precipitadamente; nada escapará al experimento sanchista
Algunos agujeros negros llevan a universos diferentes según una hipótesis científica. De momento la está poniendo a prueba el sanchismo, que nos va a trasladar a su universo de desigualdad estructural según identidades, nuevos derechos ligados a dar muerte (aborto, eutanasia), o a practicar mutilaciones legales por la vía de la ley trans. Allí se puede malversar sin consecuencias, allí declarar de independencia o proclamar la Tercera República no constituyen ilícitos penales si no hay violencia (y si la hay, tampoco, pues se negará como en el golpe de 2017). En ese mundo, las universidades proclamarán su ideología, que será siempre de izquierda; se sumarán institucionalmente a las declaraciones de independencia si lo desean. Se minimizarán las penas a los violadores para eludir la concreción –la existencia de ciertos hombres que violan– en pos de una visión más progresista: todos los hombres son violadores en potencia.
La integridad física de un animal vertebrado valdrá más que la del ser humano, de modo que las víctimas de lesiones omitirán su pertenencia a la subespecie desprotegida del homo sapiens sapiens y esgrimirán su condición de vertebrados en busca de tratamientos más ventajosos. La zoofilia estará permitida, y hasta bien vista, si no hay maltrato; lo ideal sería certificar el consentimiento, pero este punto plantea dificultades. Algunas ideas estarán prohibidas, y su expresión penada. Un decantamiento irresistible nos convertirá a todos en ‘woke’. Se producirá así: satanizado un partido o su líder, se considerarán inadmisibles las opiniones que coincidan con los proscritos. Después se vetará en el espacio público a quienes no se desmarquen de los señalados, desencadenándose una avalancha de condenas que exigirá crecientes sobreactuaciones en la repulsa. Luego el mero silencio resultará sospechoso. Por fin, todo el mundo pensará igual al salir de su casa, desapareciendo de las aulas, de los platós, de las emisoras de radio y de las redes sociales todo aquello que se salga del pensamiento único.
Creíamos que un universo semejante resultaba inconcebible dada la vigencia de una Constitución de verdad, con principio de igualdad, libertad de expresión, presunción de inocencia, mecanismos de protección de la integridad del Estado, etc. Hasta que llegaron los agujeros de gusano. Como el agujero negro de la sedición, o el de las semanas en que el nasciturus carece de cualquier protección, o el que veta la información a niños y adolescentes cuando se contraríe su inclinación a un cambio de sexo inducido por la moda y por sus maestros o animadores culturales. Un puñado de leyes con deliberados agujeros negros se están aprobando precipitadamente, en tanto que Conde-Pumpido, con similar urgencia, se encarga de la extrema densidad constitucional: nada escapará al experimento sanchista. Un día cercano nos preguntaremos: ¿qué mundo es este?