Gorka Maneiro-Vozpópuli

Los votantes (y no votantes) catalanes han decidido, por acción (o por omisión), enterrar el proceso independentista iniciado en 2012 por Artur Mas. Los catalanes han ejercido su derecho a decidir y han decidido que, viendo a dónde los ha llevado, este proceso no les compensa. No les renta, que dicen ahora los adolescentes, nunca mejor dicho. Así que han optado por rechazar las aventuras soberanistas, descartar o posponer la declaración unilateral de independencia y dar por finalizado o aparcar el proceso independentista, al menos tal y como lo hemos conocido; todo lo cual no quiere decir que Cataluña se haya convertido de un día para otro en un paraíso político en la tierra y debamos salir a las calles a celebrar la vuelta a la normalidad democrática y a la cordura, porque sigue estando en peligro la propia viabilidad política de España como Estado de Derecho democrático y país de ciudadanos libres e iguales; porque, descartado el proceso independentista, ahora van a por el pacto fiscal para romper la igualdad y a por el referéndum pactado con Sánchez para romper España. Sí, soy un aguafiestas.

Porque los catalanes han rechazado el proceso independentista pero sigue gobernando Sánchez, que sigue haciendo depender la gobernabilidad de España de los partidos que quieren romperla, los cuales seguirán presionando al PSOE para que este admita todas sus reivindicaciones. Y porque un hipotético gobierno de Illa con ERC ComunesSumar no asegura la resolución de los problemas sino su posposición sine die o incluso su enconamiento; al fin y al cabo, el PSC ya ha asumido como propias algunas de las reivindicaciones del secesionismo y un nuevo tripartito con semejantes miembros solo aseguraría la hegemonía cultural del nacionalismo. Así que, a pesar de que los catalanes han rechazado el procés (¡bien!), la amenaza independentista sigue viva (ohhh).

Lo más esperable es que se alcance un acuerdo entre PSC, ERC y Comuns-Sumar para elegir o posibilitar que Illa sea presidente de la Generalitat, un gobierno que, digan lo que digan, sería más nacionalista que de izquierdas

Así que Salvador Illa, representante de las políticas apaciguadoras para con el independentismo rupturista auspiciadas por Sánchez, ha logrado un gran resultado, cierto, y es muy probable que sea el próximo presidente de Cataluña, salvo que Sánchez lo sacrifique a costa de sus intereses particulares y para poder continuar en la Moncloa con el apoyo de Junts y ERC sin más sobresaltos que los que ha tenido hasta ahora. Salvo este supuesto no descartable, lo más esperable es que se alcance un acuerdo entre PSC, ERC y Comuns-Sumar para elegir o posibilitar que Illa sea presidente de la Generalitat, un gobierno que, digan lo que digan, sería más nacionalista que de izquierdas. No solo porque todos ellos son, en la práctica, más nacionalistas que otra cosa, sino porque el propio PSC mantiene unas posiciones cercanas al liberalismo en materia económica y a las posiciones históricas de lo que fue CiU, por mucho que traten de vendernos otra cosa. A los hechos podemos remitirnos.

El independentismo premia a los cobardes

El varapalo sufrido por Aragonés ha sido el esperado, no tanto, como se dice, por la supuesta condescendencia de ERC con el PSOE como por la falta de tirón del candidato, un tirillas políticamente hablando que acaba de abandonar la política. Quizás por ello Junqueras y Rufián se le han acercado solo lo justo, que Dios dijo hermanos o compañeros de partido, pero no primos. Junts ha logrado atraer aparte de su electorado, con un Puigdemont que pretendía ser president y que no ha renunciado a su objetivo. El prófugo, que ha hecho campaña como si tal cosa, acaba de anunciar que se presentará a la investidura y amenaza a Sánchez con romper el pacto que los une. Cómo son las cosas, ERC baja 13 diputados a pesar de que Junqueras pasó cuatro años en la cárcel mientras que Junts sube 3 a pesar de que Puigdemont se ha pegado la vida padre en el Parlamento Europeo: parece que Roma paga a traidores y los independentistas a cobardes. Puigdemont, mal perdedor, no ha reconocido su derrota y pretende ser presidente con el apoyo del PSC y ERC; y si no tiene éxito, forzar un bloqueo que provoque una repetición electoral en la que los independentistas se presentarían como un solo hombre y el prófugo, ya rehabilitado gracias a Sánchez, encabezando la lista. Ese posible escenario solo supondría el fortalecimiento del PSC y del PP y el hundimiento aún mayor del independentismo. Y quizás un adelanto electoral en España.

El éxito del PP

El PP de Alejandro Fernández logra un gran resultado a pesar de haberse puesto en cuestión la idoneidad de su candidatura. Finalmente, su ironía y su sentido del humor (aparte de su honestidad y su inteligencia) han tenido éxito: aparte de alcanzar los 15 diputados, esas son también las características necesarias para regenerar la actual vida política, caracterizada por el exabrupto, el insulto y el seguidismo al líder supremo que se ve en la práctica totalidad de los partidos políticos. Por lo demás, estas elecciones nos dejan el mantenimiento de Vox, el leve descenso de Comunes-Sumar, la bajada de las CUP y la irrupción de los ultras de Alianza Catalana en una Cataluña tradicionalmente de derechas que ahora parece serlo todavía más. A este paso, van a competir con Madrid, quién lo diría.

La cuestión es si va a aceptar Sánchez las exigencias de ERC para que Illa pueda ser president y él pueda seguir siendo presidente

Ciudadanos firma su defunción definitiva, a la espera de que Jordi Cañas mantenga sorpresivamente su acta de eurodiputado en las elecciones europeas que se celebrarán en apenas cuatro semanas. Es la consecuencia final de la descabellada decisión de Albert Rivera de pelear al PP el electorado del centroderecha y abandonar el centroizquierda y la socialdemocracia donde nació. Más allá de su enorme trabajo en algunas cuestiones fundamentales que deben reconocerse, como su defensa de la libertad lingüística, su oposición al nacionalismo, su defensa del Estado de Derecho o la regeneración de la democracia, se ve abocado a su definitiva extinción.

En conclusión, finiquitado el procés, la cuestión es si va a aceptar Sánchez las exigencias de ERC para que Illa pueda ser president y él pueda seguir siendo presidente; a saber, autodeterminación o consulta, reforma del Estatut que profundice en el modelo confederal y pacto fiscal para que Cataluña aporte menos y se rompa definitivamente la igualdad entre territorios y entre ciudadanos españoles. O sea, que vienen a sustituir el procés por el viejo eslogan del Espanya ens roba, o, dicho de otro modo, la pela es la pela de toda la vida. Y si no han podido sacar a Cataluña de España, tratarán de sacar a España de Cataluña. Como llevan años haciendo.