¿Ahora qué?

SANTIAGO GONZÁLEZ-EL MUNDO

ES probable que el presidente disfuncional se fuera a su colchón flamante anoche con dos sensaciones contrapuestas: la primera, quién me mandaría a mí meterme en la aventura de cuartas elecciones. La segunda, un suspiro de alivio por haber salvado el resto del mobiliario.

Pudo ser peor, aunque no es Pedro Sánchez alguien que acostumbre a asumir responsabilidades. Con 120 escaños, a Iván Redondo empieza a olerle el peluquín a pólvora. ¿Para esto convocamos? El resultado es un fracaso en el que se han empeñado pundonorosamente. Los dirigentes del PSOE han sido los únicos españoles que se creyeron los sondeos del CIS de José Félix Tezanos. Apoyarse en ellos fue un error. Debieron conformarse con aplaudir el fraude de los suyos magreando un organismo pagado con dinero público. Si admitieron sin pestañear que sus compañeros andaluces se fuesen de putas con el dinero de los parados, no hay razón para que se alarmen por una tontería, como privatizarse el CIS. O la Fiscalía, qué más da.

Espectacular el crecimiento de Vox, que venía cantado por el buen papel que hizo Abascal en el debate, pero sobre todo por la rara taxonomía que permite calificar a Vox de anticonstitucional en comparación con Unidas Podemos, cuyo candidato bautizó la Constitución como el candado del 78 y el secretario general del PCE, Enrique Santiago, a la izquierda del anterior en la comparecencia de anoche, se proponía dar a Felipe VI el mismo tratamiento que Lenin a Nicolás II. Incluso personalmente, acercándose una mañana a La Zarzuela para llevar a cabo la faena. Nadie les ha llamado anticonstitucionales. El aumento de su representación parlamentaria en un 220% es un mérito de Sánchez. La exhumación de Franco y la incorporación de los restos del dictador a la campaña, ¡qué idea!

El hundimiento de Ciudadanos ha sido estrepitoso. Ojalá sus resultados no pongan en riesgo la continuidad del partido naranja, cuyo objetivo fundacional, constituirse en una bisagra ilustrada, sigue siendo una necesidad para la política española. Ahora se trata solo de que no desaparezca. Rivera prometió reunir a la Ejecutiva hoy, para convocar un congreso, pero no anunció su marcha junto a su sanedrín, ni le cedió los trastos a Inés Arrimadas. Lo de Almunia en 2000. Han perdido sus escaños Girauta y Aurora Nacarino, una diputada que se había trabajado su escaño por Burgos con admirable dedicación.

¿Y ahora qué? Pues estamos como el 28-A, pero peor. Los separatistas catalanes han mejorado su representación y los vascos también. Incluso EH Bildu ha obtenido su mayor presencia histórica en el Congreso. La derecha no solo no suma, sino que no puede sumar. Cs bastante tiene con lo suyo, el PP no va a pactar con Vox por el pánico escénico que le produce la mera idea y Vox no parece dotado de la flexibilidad suficiente para ello. Sánchez va a seguir con su necia tautología del no es no, pero no puede pedir una abstención concesiva al PP y a Podemos por su cara bonita (y dura), en esto tiene razón hasta Iglesias. La única salida sería la gran coalición, pero no está sobre la mesa.

Han cantado línea en las cuartas elecciones. Vamos para quintas.