Manuel Montero, EL CORREO, 28/5/12
La mayor perplejidad la provocan los nuevos aires ‘democráticos’ de quienes han venido combatiendo la democracia, cuyas gestas actuales se quieren hacer pasar por el no va más de la conversión
Tiene algo de impostura, de sorpresa fingida, pero es una de las locuciones que usa la política vasca en ‘los nuevos tiempos’: «Ahora resulta». «Ahora resulta que van a pedirle cuentas a Patxi López por filonacionalista». «Ahora resulta que lo importante no es tal condena [de la violencia de ETA], sino que los que quieran legalizar Sortu no representen la continuidad con la fuerza política anteriormente ilegalizada». «Ahora resulta que Bildu nos va a dar lecciones de democracia». Son algunos de los sentidos en que se dice, una y otra vez.
El sonsonete no es nuevo en el uso vasco, siempre proclive a expresar pasmo por la doblez ajena. Sin embargo actualmente el «ahora resulta» da en estado anímico, desde que estamos en el escenario de paz por el que un proceso de diálogo (sin exclusiones) y negociación nos llevará a la fase resolutiva que logrará la resolución del conflicto, la normalización y todo lo demás. «Ahora resulta» refleja el tono flagelante que está adquiriendo la vida pública vasca: nada es como nos dicen. El asombro y la consternación tiñen el discurso vasco, incluso cuando son retóricos. Ahora resulta que tenemos capacidad de sorpresa. O se finge.
Así que la perplejidad se adueña del país. Es uno de los mimbres con los que debe gestionarse esto, contra lo que han de luchar los voluntarismos optimistas del Gobierno vasco. No deberían suponer que su sensibilidad cubre todos los flancos –y la otra orilla– y que con algún arrepentimiento, un par de listas solidarias de víctimas y exiliados ya queda todo arreglado y puede reemprenderse el viacrucis de Loyola. Hay extravío: ahora resulta.
La locución tiene dos usos fundamentales en la actual habla vasca, si se dejan a un lado las expresiones transversales, las que atañen sólo a los demócratas. Éstas son de menor enjundia, pero tienen interés: «Ahora resulta que Urkullu hace de Arzalluz», «¿ahora resulta que el PNV no es un partido conservador?», «ahora resulta que el culpable es Eguiguren», «ahora resulta que este no es el mismo PP que el que ha apoyado a un Gobierno», «dijeron que con ellos España iba a crecer y ahora resulta que…» Pero hay algunos «ahora resulta» que imprimen carácter. Son los que aplican los demócratas a los exbatasunos y los dichos por éstos acerca de aquellos.
La mayor perplejidad la provocan los nuevos aires ‘democráticos’ de quienes han venido combatiendo a la democracia y no han condenado su combate, cuyas gestas actuales se quieren hacer pasar como el no va más de la conversión democrática, un modelo de perfección. «Ahora resulta que Otegi es más bueno que el pan», «que es un santo», «que es una hermanita de la caridad», así sucesivamente entre asombrados ahoras resultas. «Ahora resulta que no eran tan mingafrías». «Ahora resulta que HB no es ETA y que esos dos sujetos no pertenecen a la banda». Expresiones de este tenor responden a cierto pasmo social, pues cuesta entender que tras caerse del burro (presuntamente), en un santiamén se les suba a los altares de la democracia, sin acto de contrición, no digamos penitencia. Hasta se les trata como los oráculos que proporcionan los criterios para diseccionar qué es democrático. «Ahora resulta que los de HB son la ostia de buenos, con su apoyo a la paz y al diálogo».
No es que la ciudadanía sea incapaz de perdonar y tragar. Sucede que no necesariamente tiene fe en los milagros, por lo de ver para creer. Lo mismo que sucede en todos los órdenes de la vida, no sea que te den gato por liebre.
En la parte batasuna de la sociedad vasca también se utiliza el «ahora resulta». Prescindiendo de abyecciones según las cuales «ahora resulta» que los patriotas vascos no pueden llevar pistolas y sí los miserables invasores (y sus lacayos) (sic), tal uso denota la extrañeza de la izquierda abertzale por los requisitos de la democracia, pues quizás pensaban que todo el monte es orégano. El que se asombra (e indigna) porque «ahora resulta» que Sortu no pudo ser legal al constituir continuidad de Batasuna imaginaría que todo era una especie de juego infantil, en el que queda uno libre de pecado en cuanto toca la pared y dice «¡Por mí!» si es al escondite, o el que ha ganado si se trata del «un, dos tres, carabín-bon-ban».
De ahí su asombro porque ahora resulta que tras el cese definitivo no todo el mundo caiga extasiado por su generosidad; o porque resulte ahora que el Gobierno no esté a la que le manden, ahora que resulta que han nombrado una delegación para que sea definitivo lo que ya lo era. Aunque desgastada, y en otro orden de cosas, más amable, la expresión sirve también para solemnizar posiciones políticas. Lo dijo Urkullu, tras la ruptura PP-PSOE, sin el habitual giro retórico del estribillo: «Si ya había debilidad, la situación ahora resulta insostenible». Diría deseos que le vienen de atrás, pero esta vez va más atinado.
Pero gusta más decir el dicho como sorpresa por la duplicidad del adversario o para ironizar sobre él. «Ellos que decían ser los campeones del ecologismo, ahora resulta que van a llenar los vertederos», por la diferencia que hay entre predicar y dar trigo. «Ahora resulta que los de Bildu son tan españolistas como yo», les ha espetado Azkuna a los mismos, pues en San Sebastián, rara hazaña, han colgado la bandera republicana, que será todo lo rupturista que se quiera, pero da también en bandera española.
Entre la sorpresa y perplejidad, ahora resulta, en una inversión propia de estos tiempos en los que vale más la imagen que los hechos, que la mujer del César no sólo tiene que parecer honesta. Ahora resulta que también debe serlo.
Manuel Montero, EL CORREO, 28/5/12