Armando Zerolo-El Español
  • En España, todo el que ha gobernado es porque ha encontrado la aquiescencia de la mujer. Suárez, Felipe o Aznar deben el cambio improbable al voto femenino.

Feijóo ya marca agenda. Lo de los prostíbulos ya lo sabíamos, aunque es verdad que no todo. Pero no hablábamos de ello. Ahora es el tema.

¿Y por qué?

Porque Feijóo programó la explosión controlada y lo usó como argumento antisanchista. Se acabó, basta ya, es suficiente. El último empujón. No es momento de componendas. El hartazgo se puede convertir en frustración. Hay que liderarlo o se enquista.

El efecto es que ahora estamos hablando de ello.

Es la primera vez que el paso lo marca la oposición en mucho tiempo. Llevaba al menos siete años siendo lo contrario. Sánchez soltaba el globo sonda, la boutade o el tema, y los demás comentábamos.

Ahora es al revés. Por primera vez en mucho tiempo.

Te das cuenta de que lideras cuando Twitter (ahora X) habla de ti, y no cuando tú hablas de Twitter. Pero te has pasado la pantalla cuando todo el mundo habla de lo que tú has colocado en la agenda, y no cuando tu agenda es un refrito de lo que todo el mundo habla.

A muchos nos gustaría que la agenda no fuese llamar “proxeneta” al presidente del Gobierno, pero no es este el tema ahora. La cuestión es si el líder de la oposición es capaz de marcar el paso.

Y el hecho es que hasta ahora no lo era.

Sánchez cambiaba el ritmo, manejaba la batuta y daba giros de guion con soltura. Unas veces abusando de lo lacrimógeno, otras desenterrando a Franco y algunas con su propio programa.

Pero algo ha cambiado, algo que indica que esta vez sí que se producirá el cambio. Feijóo ha sorprendido con un golpe retórico, y ha conseguido algo mucho más difícil de lo que podría parecer. Ha marcado agenda. Nos ha puesto a todos a hablar de los prostíbulos de la familia de Pedro Sánchez, de sus negocios turbios y de su dudosa moralidad.

Y cuando el líder de la oposición marca el paso de la opinión, es que está muy cerca de dejar de estar en la oposición. Algo está cambiando. Quizás ahora sí que estemos cerca del fin del sanchismo.

Y no sólo porque es imposible gobernar cuando no se maneja el ritmo de la oposición, sino porque el tema que ahora está en la agenda supone mucho más de lo que la izquierda mediática querría imaginar.

En España, todo el que ha gobernado es porque ha encontrado la aquiescencia de la mujer. SuárezFelipe o Aznar deben el cambio improbable al voto femenino. El cambio, en España, pertenece a las mujeres.

Y ninguna mujer, sea del corte ideológico que sea, está dispuesta a aceptar la hipocresía de la prostitución.

Porque no se habla de la libertad sexual de la mujer, sino de proselitismo. No es lo mismo la liberación sexual, tradicionalmente bandera de la izquierda progresista, que la explotación sexual, tradicionalmente la forma más abominable de esclavitud.

Y un partido salpicado de corrupción económica, política y moral, cuyo leitmotiv empieza a ser “irse de putas”, es difícil que siga ordeñando la vaca lechera del feminismo.

Pero un presidente que haya obtenido beneficio personal, ya sea para comprarse su primera vivienda (cuando hoy en día muchos jóvenes con un trabajo digno no pueden comprarse una casa), ya sea para apoyar otro tipo de actividades políticas o económicas, pierde un intangible sin el cual es imposible sostenerse: la legitimidad.

Y sin legitimidad no se puede gobernar.

El PSOE, con Pedro Sánchez a la cabeza, ha perdido sus dos banderas. La lucha contra la corrupción y el progresismo, entendido como la conquista de los derechos para la mujer.

Si en los secretarios de organización del partido, y puede que en el presidente, coinciden la corrupción económica y la explotación sexual de la mujer, entonces la legitimidad se esfuma.

Y sin el control de los tiempos en la opinión pública, y la legitimidad moral, solo queda la legitimidad legal y el eventual uso de la fuerza.

No hay nada más que pueda sostener al gobierno.

Ahora sí que estamos cerca del fin del sanchismo.