Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

Hasta ahora, los perjuicios económicos derivados de la pandemia adquirían la forma de cifras, abstractas y frías. Ahora empiezan a tener caras y ojos, como las caras y los ojos de los trabajadores de Nissan o de Alcoa. La cosa cambia mucho. No es lo mismo leer que el déficit público se irá por encima del 10% -una eventualidad que a la inmensa mayoría de la gente le trae al pairo-, que te diga tu hermano que ha perdido su trabajo, o tu primo que ha entrado en un ERTE. A partir de ahora seguiremos hablando de cifras destrozadas, pero empezaremos a ver a las personas afectadas.

El anuncio del abandono de Nissan de su planta barcelonesa es un asunto muy complejo. Resulta abusivo achacarlo al ‘procés’ o a la falta de capacidad de la Generalitat o del Gobierno, y también lo es cargar sobre la ministra de Transición Energética con la responsabilidad de su salida. Pero también nos equivocamos si llegamos a la conclusión de que todas esas pequeñeces no influyen negativamente. A la hora de decidir sus ubicaciones productivas, los cálculos de las multinacionales se hacen en términos tan fríos como asépticos. Allí se manejan costes, eficiencias, mercados y cuotas.

Pero también hay tres elementos importantes, aunque menos tangibles, como son el ambiente laboral, la cercanía de la Administración y la receptividad social del entorno. Si no queremos equivocarnos y si pretendemos taponar esta sangría que no ha hecho más que comenzar, debemos analizar bien cómo nos encontramos en estos tres capítulos.

El ambiente laboral español carece de flexibilidad y tiene un exceso de enfrentamiento, aunque es bien cierto que en el sector del automóvil se ha llegado a acuerdos que han permitido mantener producciones. La cercanía de la Administración se produce cuando llegan las empresas, pero se olvida enseguida. Las grandes empresas siempre están olvidadas a la hora de distribuir dádivas y penalizadas a la hora de apretar en la fiscalidad. ¿Por qué? Ni idea, consideramos que no es necesario primar el hecho de que contraten más, paguen mejores salarios e irradien una mayor actividad. Y en el ambiente social, tenemos de todo, pero oímos muchas más quejas que alabanzas. Deberíamos pensar en todo ello, pues nos esperan nuevos episodios de esta triste saga, en la que nos jugamos tanto.