ALBERTO AYALA, EL CORREO – 03/12/14
· Dos años después de su retorno al poder, el PNV vuelve a comportarse como el partido hegemónico que no es.
· A los jeltzales sólo les inquieta la izquierda abertzale y que Podemos rompa el statu quo.
Sólo lidera tres de las siete principales instituciones del país: el Gobierno vasco, la Diputación de Bizkaia y el Ayuntamiento de Bilbao. No porque nadie le haya despojado de nada; simplemente otras fuerzas le batieron en buena lid en las urnas tanto en Vitoria y Álava (PP), como en San Sebastián y en Gipuzkoa (la izquierda abertzale).
Su peso electoral en los últimos años apenas ha alcanzado, y en el mejor de los casos, un tercio del censo, exactamente un 34,61% en las autonómicas de 2012. Aun así ha sido suficiente que pasaran apenas dos años desde que recuperó Ajuria Enea, para que el PNV haya olvidado el tremendo susto que le dieron PSE y PP cuando le apearon por primera vez del poder vasco, o los sofocos de Urkullu hasta que llegó el pacto con los socialistas, y vuelva a comportarse como el partido hegemónico que sueña con ser, pero que no es.
Esos ‘aires’ han quedado de manifiesto estos últimos días en dos episodios. De una parte, con motivo de la denuncia interpuesta ante la Fiscalía por el PP por un posible caso de corrupción en el ayuntamiento peneuvista de Leioa. De otro, en el relevo de Mario Fernández al frente de Kutxabank.
En estos tiempos de zozobra para las grandes formaciones, lastradas por la cascada de casos de corrupción que les salpican, no es extraño que el PNV intente evitar a toda costa que le metan en el mismo saco que PP, PSOE o CiU. Por el momento, y pese a algunos episodios, lo ha conseguido.
Qué ocurrirá en los próximos meses es toda una incógnita. Y es que a la vuelta de la esquina, en meses, aguarda la vista oral del ‘caso De Miguel’ y son una veintena los excargos, exdirigentes y militantes jeltzales imputados.
En este contexto ha sido suficiente con que el PP pusiera en manos de la Fiscalía las presuntas anomalías observadas en el asunto del polideportivo Pinosolo en Leioa, para que Sabin Etxea –que en verano ya se cogió un notable cabreo a cuenta de las insinuaciones de los populares sobre la financiación de su red de batzokis– desplegara toda su artillería contra los conservadores.
Aislamiento
¿Qué es lo que más daño puede hacer en este momento al partido de Arantza Quiroga? Que lo aíslen políticamente en un córner. ¿Cómo? Dejándolo fuera de los pactos presupuestarios, en especial en su feudo alavés. Y con ello amagan los peneuvistas.
¿Relaciones, pues, rotas? Pues lo probable es que… no. La política son pactos y eso lo sabe mejor que nadie un PNV que se proclama muy enfadado con el PP vasco, pero que se ufana en privado de su interlocución ‘directa’ con la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Así que lo previsible es que Sabin Etxea, que tiene garantizado gracias al apoyo socialista que sus instituciones tendrán presupuestos para 2015, castigue a los conservadores por su ‘osadía’ dejándoles fuera de algún pacto presupuestario. Más probablemente en Álava o Bizkaia, que en Euskadi.
El otro episodio que prueba el escaso recato público que muestra el PNV en exhibir su tupida red de poder, sobre todo en Bizkaia, se produjo la semana pasada. El día en que Mario Fernández soltó la ‘bomba’ y anunció al consejo de administración su marcha de Kutxabank. ¿Cuál fue su siguiente paso? Pues ni más ni menos que dirigirse con absoluta normalidad a Sabin Etxea para despedirse de la plana mayor del partido –su partido– que le aupó al cargo, de Ortuzar, Bilbao y Areso, entre otros.
¿Se imaginan que Miguel Blesa, Isidro Fainé o Rodrigo Rato hubieran hecho algo similar? ¿Cuál se imaginan que hubiera sido la reacción del mundo de la política, la economía o la empresa?
El PNV, al que solo inquieta que la izquierda abertzale no le desborde y que Podemos no haga un estropicio en el statu quo político vasco, recobra aires de superioridad de otros tiempos. Y sus adversarios parecen asumirlo.
ALBERTO AYALA, EL CORREO – 03/12/14