Ajamonados

EL MUNDO 19/12/13
ARCADI ESPADA

Supe del anuncio de Campofrío donde Herrera: se deshacía en elogios sentimentales, y hay que creerle sincero porque a Herrera nunca le ha faltado jamón. Después leí un tweet del periodista Juan Pablo Arenas que calificaba el anuncio de hez noventayochista. Así que me puse a verlo. El anuncio es putrefacto, en el sentido preciso que daba el escritor Salvador Dalí a esta expresión, una mezcla de anacronismo, sentimentalidad y olor a col hervida. No me extrañaría que su guionista fuese uno de esos catalanes separados que descerebran a España vendiéndole telebasura y que tienen el lacrimal de una ternerita, a punto siempre de explotar y sobre todo de explotarnos. La pista catalana cobra fortaleza cuando se piensa que la expresión pobrets i alegrets es la que mejor define el tema del anuncio, cuya protagonista, la señora Chus Lampreave, se debate, mientras recorre Alcalá de Henares, entre dos constataciones. La primera, la supuesta indigencia española, que se resume en una aseveración tajante sobre los indicadores sociológicos: salvo en jamón los peores del mundo. Es esta indigencia intelectual, económica y política la que sostiene el primer mensaje del anuncio: «¡Hazte extranjero!».
Constatada la depauperación, frau Lampreave sigue recorriendo las calles hasta que se topa con la otra cara de España. La buena gente. Capaz de comer tres donde hay para dos. Solidarios, sonrientes, suplentes. Se desencadena el grave momento en que una Lampreave conmovida y al borde del sollozo constata: «Uno puede hacerse extranjero, pero no sentirse extranjero». Es decir. Este es un país de mierda, pero ni una sola de sus cuarenta millones de moscas se mosquea.
Hubo un tiempo, no lejano, en que España se exhibía con cierto orgullo de modernidad: desde la transición a los Juegos Olímpicos, pasando por Pedro Almodóvar, aprox. Acuerdo, diseño y libertad. Hoy vuelve lo ajamonado. Y con él la celebración del pueblo soberano. Porque lo más decadente del anuncio es la relación que establece entre el desastre y la buena gente. Una relación muy española y eructante. La culpa del supuesto fracaso español será de cualquier cosa o ente: la mala suerte, los malos padres o los malos políticos, con preferencia. Pero en absoluto de estos alegres chicos de Alcalá que salen al paso de Chus: víctimas, reserva moral, lo que nunca muere. La Antieespaña feliz en puridad.