Juan Carlos Girauta-ABC
- Hoy la división es entre ungidos abusadores y víctimas de bullying político
Hay que darles con el «no» en todo el abuso de poder. En el centro de su arbitrariedad. De lo contrario, van a seguir impulsando normas cruciales sin debate social y político. Como el proyecto de ley que reforma la Educación y acaba de hecho con los centros de educación especial prescindiendo de la opinión de los expertos. En plena limitación de derechos abordan asimismo la reforma de la Justicia en punto tan sensible como atribuir la investigación a los fiscales.
Hay que darles con el «no» en toda la podredumbre de la contratación pública. Cada revelación sobre las empresas elegidas a dedo para adquirir material sanitario levanta una vaharada pestilente. Dejar el suministro de productos vitales en manos de intermediarios dignos de toda sospecha ha sido causa de desabastecimiento de mascarillas, respiradores, gel o test. Y explica la desmesurada tasa de morbilidad en sanitarios. Debe frenarse esta repugnante modalidad de corrupción e investigarse a fondo.
La cuarta prórroga del estado de alarma merece un «no» rotundo porque la plantean como un chantaje, pues a su respaldo condiciona el gobierno la financiación que ha de paliar los inmediatos efectos de la crisis. Se solicita mañana al Congreso bajo la advertencia de que «no hay plan B». De no avenirse la oposición a sus términos, vamos al caos (Ábalos). De negarse, provocará «el colapso del sistema sanitario y miles de muertos» (Echenique). Parece que estén retratando su gestión, ¿verdad? Como fuere, al chantaje nunca hay que ceder. Por principio.
No es no, Sánchez. Ya le hemos visto el plumero autoritario a usted y el martillo totalitario a su socio. El ordenamiento jurídico da juego suficiente para prevenir un eventual rebrote sin necesidad de más estado de alarma, por mucho que a ustedes les complazca gobernar con poderes reforzados, mandar con nuestros derechos limitados. ¿Sabe lo que no va a haber si se rechaza la prórroga? Mando único. Pero la descentralización en Sanidad está consolidada hace lustros, y hay un contraste brutal entre la gestión de su gobierno y la de algunos gobiernos autonómicos. Así que mejor no engañarse con un mando único que solo ha acertado cuando ha rectificado o cuando ha imitado a la Comunidad de Madrid.
Por otra parte, si el gobierno Sánchez aprendiera a suministrar a tiempo y en condiciones productos sanitarios, tendría bastante con la LO 3/1986 para centralizar esa función. Sin prorrogar el estado excepcional con el que el traje vacío de la Moncloa se ha encariñado, al que se agarra como a un simulador con el que practicar la autocracia y que no quieren soltar.
Por desgracia sigue habiendo dos Españas. Hoy la división es entre ungidos abusadores y víctimas de bullying político. Los ungidos dejarán recesión, paro, corrupción, un Estado colonizado, miseria y luto. Pero las víctimas del bullying y del chantaje tienen mañana ocasión de hacer valer su dignidad, que es la nuestra.