EL CORREO 11/11/14
· Si el soberanismo no crece aún más, no ganaría una consulta masiva como la escocesa
El soberanismo catalán se movilizó el domingo como nunca lo había hecho hasta ahora y alcanzó el que de momento es su techo. Los partidos proconsulta llevaron a las urnas a 2,3 millones de ciudadanos mayores de 16 años, de los que 1,8 millones se pronunciaron claramente por la independencia, lo que explica su satisfacción al término de la jornada electoral. Pero la realidad es que o el soberanismo crece aún más o en procesos con una participación superior al 70% –el domingo fue del 36,39% sobre un censo oficioso– quedaría en minoría. Y ejemplos como el de Escocia demuestran que la movilización ciudadana es masiva en esos escenarios. El soberanismo catalán sigue saboreando en público las mieles del desenlace del proceso participativo del 9-N. El evidente éxito que para los partidos proconsulta (CiU, ERC, ICV y CUP) supone el haber sido capaces de movilizar y de llevar hasta las urnas a 2.305.290 catalanes mayores de 16 años y extranjeros extracomunitarios residentes en el Principado, según el recuento final que ayer a mediodía facilitó finalmente la propia Generalitat –dato que no cuenta con otro aval, ni mayor ni tampoco menor, que su propia palabra–.
Cerrados los micrófonos y apagados los focos, gobiernos y fuerzas políticas empezaron ayer mismo a perfilar sus estrategias para el corto y el medio plazo. Todo ello a partir de unos datos que, aunque algunos descalifican o pretenden que ignoran por su evidente falta de seguridad jurídica, revelan bastantes cosas, e importantes.
El primer interrogante que deberá desvelarse en los próximos días es la actitud general que el Gobierno español piensa adoptar en adelante hacia el problema catalán. El presidente Mariano Rajoy había asegurado por activa y por pasiva que no permitiría votar el 9-N. Podríamos decir que con parecido énfasis al empleado por el president Artur Mas para prometer que acataría la ley, que obedecería.
Obviamente no fue así. Los catalanes que quisieron pudieron acudir a los colegios electorales y participar en la pseudoconsulta, en un clima tan cívico como festivo, por más que ésta no contara con decreto de convocatoria ni censo oficial.
Pragmatismo o cambio
Contra las cuerdas por una economía que no repunta a la velocidad que necesitaría para recuperar votos y acorralado tanto o más que el PSOE por los escándalos de corrupción, es evidente que la firmeza ante los separatismos y la defensa de la unidad del Estado es uno de los pocos asuntos, por no decir el único, que todavía puede empujar electoralmente al PP. Habrá que ver, pues, qué hace un Rajoy cada vez más debilitado. Si tira en esa dirección e intenta, por ejemplo, forzar sanciones por lo ocurrido el domingo en Cataluña. O si, por el contrario, vuelve a optar por el pragmatismo para no agravar todavía más un problema que sigue amenazando con escaparse de las manos. Por muchos factores, pero sin duda que entre ellos está el propio inmovilismo político del presidente.
Decía que el soberanismo catalanista tiene argumentos para estar contento. Y es que, tras el de participación, el dato más relevante del sucedáneo de referéndum era conocer el número de votantes que se pronunciaba claramente por la independencia. Fueron el president de la Generalitat y 1.861.753 catalanes más. Los partidos nacionalistas jamás han alcanzado tal cantidad de votos. Ni siquiera en las elecciones que les son más propicias, las autonómicas. Su récord está en los 1.787.656 que lograron en 2012.
Es cierto que entonces sólo pudieron votar los mayores de 18 años y que ayer lo hicieron emigrantes residentes y mayores de 16. Ello se estima que engorda el ‘censo’ en unas 800.000 personas, con lo que pasa de 5,5 millones a 6,3, aproximadamente.
Pero, a sensu contrario, también hay que tener en cuenta otros dos factores. De una parte, que pequeños grupos independentistas, como el SI, habían pedido el boicot de la jornada por considerarla un paripé. De otra, que un segmento del electorado de CiU, aunque es nacionalista y defiende que Cataluña es una nación, rechaza la secesión. Es la denominada tercera vía que defiende el líder democristiano Durán Lleida, o con matices el PSC, y a la que el domingo se apuntaron un 11% de quienes acudieron a las urnas, 255.648 personas que votaron Sí/No o Sí/Blanco.
¿De lo anterior puede colegirse que el soberanismo, es decir CDC, parte de Unió, ERC y las CUP, además de las dos asociaciones que actúan como vanguardia ciudadana hacia la secesión, la Asamblea (ANC) y Òmnium Cultural, cuentan los minutos para arrancar al Estado un improbable referéndum a la escocesa porque acarician la independencia sí o sí? No parece.
El 9-N bis fue, sobre todo, una jornada de movilización y de exaltación soberanista. Desde sus inspiradores a quienes la hicieron posible con su trabajo. Desde quienes financiaron la logística y se encargaron del recuento de papeletas al grueso de quienes participaron (porque hubo 104.772 no soberanistas que votaron), pasando por los partidos ‘hermanos’ que se desplazaron a Barcelona para vivir la jornada. El resto quedaron al margen. Con ello, la participación sobre ‘censo’ potencial fue del 36,39% y el respaldo a la secesión, del 29,5%.
Con los números del 9-N y una afluencia a las urnas similar a la de otras elecciones autonómicas –en 2012 fue del 67,76% y en el 2010, del 58,78%– parece claro que el nacionalismo seguirá rigiendo los destinos de Cataluña. Pero de celebrarse un hipotético referéndum para decidir si el Principado se escinde de España, la situación sería bien diferente. Y es que ejemplos como el reciente de Escocia muestran que la participación aumenta de forma notable en momentos de decisiones tan importantes como esta.
Techo electoral
Es decir, que o el soberanismo, que el domingo tocó techo electoral, logra pescar en el caladero de la abstención o en procesos con una participación de 70% o superior quedaría en minoría. En concreto, los 1.861.753 catalanes que el domingo dijeron ‘sí’ a la ruptura con España apenas supondrían el 48% de los votantes con una participación del 70% del censo, del 45% con el 75% y de apenas el 42% con una afluencia a las urnas del 80% de los ciudadanos con derecho a sufragio.
Hoy por hoy, pues, además de la legalidad española, al independentismo catalán le faltan apoyos para pretender aspirar en serio a la secesión. Otro dato, no muy aireado estas últimas horas, pero que partidos y gobiernos sin duda tienen bien presente.