DAVID GISTAU – ABC – 22/01/16
· Quedará claramente expuesta cuál es la naturaleza bronca y radical del bloque en el que Schz va a diluir el PSOE.
Una tendencia compasiva sugiere a Rajoy que evite un debate de investidura abocado al fracaso que sólo le serviría para ser apalizado por turno como en la cola de la pasajera histérica de «Aterriza como puedas». Lo más parecido a ser arrojado al pilón en la vieja España cuando una oscilación del poder procura una ocasión para la venganza. Quienes esto sugieren me recuerdan a quienes entregan al herido incapaz de montar a caballo una pistola con una sola bala para que impida caer vivo en manos de la horda que lo desollará. Es como conceder al condenado un minuto de soledad para que la dignidad del «seppuku» lo exima del trance de ser arrastrado ante la muchedumbre. Sin embargo, uno cree lo contrario. Es decir, que Rajoy debería acudir al debate aunque sea para perderlo, o precisamente para ello.
Es cierto que su salida del escenario público está siendo melancólica, triste y discreta. No faltaba sino verlo caer en una broma radiofónica en la que confiesa que se le vació la agenda –¿dejó ya el teléfono de sonar?– para tenerle tanta pena como para invitarlo a una cerveza terapéutica. Se diría que no cayó en la broma, sino que fingió creer que aún lo llaman presidentes. Pero no basta con que su marcha sea triste. Ha de ser dramática. Y no lo digo animado por el resentimiento social que inspira en los votantes radicales la necesidad de ver a Rajoy sometido a escarnio: para eso votaron a Podemos. Lo digo porque su suplicio parlamentario tal vez sea un servicio que puede prestar al país, ya que inaugurará una época española encanallada, violenta en lo verbal y llena de odios ideológicos de la que muchos aún no son conscientes.
Sobre todo en la socialdemocracia, donde todavía influye la hostilidad habitual a «la Derecha», que impide ver el monstruo populista que Schz va a remendar con la palabra «progresista» como coartada y primera gran falacia de una legislatura en la que llegaremos a añorar los frívolos experimentos ideológicos con los que Zapatero arruinó la concordia relativa entre españoles –nacionalismo aparte– conseguida en el 78. Lo que viene ahora será tanto peor que nos llenará de gloria disidente, nos hará héroes de la Resistencia que hasta al ir a los toros serán subversivos. Estas emociones no pensé que me las regalaría ya la vida: volverme «underground» a mi edad y en mi consagración burguesa.
El episodio fundacional de este retorno al 34, que ya va teniendo hitos como la promesa de rebanar el cuello al rey, será la paliza coral a Rajoy. Su linchamiento parlamentario. Por si alguno duda todavía, ahí quedará claramente expuesta cuál es la naturaleza bronca y radical del bloque en el que Schz va a diluir el PSOE. Como si el viejo partido hacedor de la Transición no pudiera aspirar ya sino a ser un cautivo de la regresión del odio cuyo ideal democrático consiente fantasear con la eliminación física de los adversarios. Contra los cuales primero se azuzó al pueblo cuya conciencia de sujeto político pasa por el pilón y no lo trasciende.
DAVID GISTAU – ABC – 22/01/16