La verdadera oposición

Probablemente ahora se entienda mejor una valoración arriesgada de un juicio que firmé hace días, en el que expresaba mi esperanza de que de este descalzaperros (término sonoro que mi querido Ignacio Camacho emplea a menudo y siempre bien) en que ha convertido a España Pedro Sánchez solo nos puede librar Carles Puigdemont.  Dos motivos: El primero, que son el presidente del Gobierno y su partido, las principales amenazas para el futuro. Ninguno de los enemigos de la Constitución tendría nada que hacer sin la asunción por Sánchez de sus reivindicaciones: la amnistía, ahora para los golpistas y más adelante para los terroristas, la fragmentación de España mediante la autodeterminación, la ruptura de la igualdad ante la ley, la guerra contra la Justicia, los homenajes a los terroristas, el placet a la inclusión de asesinos en las listas de EH Bildu, su voto a Txapote para alcalde de Pamplona and so on. Es cierto que en su batalla contra Sánchez, Puigdemont se va a dejar algo más que pelos en la gatera, pero ahí va el segundo motivo, eso está en su naturaleza, a ver si no por qué sus propios partidarios lo bautizaron como ‘el pastelero loco’.

Resulta que los siete diputados de Junts amenazan con impedir la aprobación del ‘decreto ómnibus’ que Bolaños tiene ya empaquetado para someter a votación pasado mañana en el Congreso y cuya aprobación es imprescindible para que España perciba los 10.000 millones de euros que constituyen el cuarto paquete de los fondos de la Unión.

La razón de Puigdemont es  que desconfía de cómo actuarán los tribunales tras la aprobación de la amnistía y considera que los golpistas tendrían más difícil eludir las medidas cautelares contra los artistas del procés. Recuérdese que el magistrado del Supremo, Pablo Llarena, tiene dictada hace tiempo una orden de detención nacional contra el prófugo del maletero.

Se queja también la tropa de Junts de que el decreto permitirá que, en el caso de que el Estado saliese derrotado en el TEDH, podría intervenir por medio de la Abogacía del Estado, oponiéndose a la ejecución de la sentencia por la que fue condenado. Asombroso. Esto lo dice quien ha hecho norma de conducta de la desobediencia a los tribunales, del incumplimiento de las sentencias que los condenaron y que chantajeó a unos gobernantes venales para que amnistiaran a sus dirigentes. No andan del todo descaminados cuando acusan al ministro Bolaños de crear un ‘gran hermano judicial’. Bolaños asume en sí y para Sánchez el manejo de los tres poderes del Estado su tríada de ministro tres en uno: Ejecutivo, como ministro de la Presidencia, Legislativo, en plan Relaciones con las Cortes y Judicial, en tanto que titular de Justicia. Mo hay quien dé más con menos. Bueno, podría haber nombrado a Urtasun.

Mientras, una encuesta de Sigma Dos proporciona unos resultados notables sobre la ilegalización de partidos que organicen referendos ilegales o promuevan declaraciones de independencia, que no es lo mismo que ser partidarios de la independencia. Se muestran partidarios de la disolución el 53% y en contra el 39,7%. La proporción es mayor en los hombres que en las mujeres y sorprendentemente muy acusada entre los jóvenes, con el 62,1%. No parece que el año empiece luciendo favorable para los manejos de Pedro Sánchez y los suyos. Al primer tapón zurrapas.