ABC 22/08/13
· Pintadas de «Gora ETA» y fotos de presos campan a sus anchas en el recinto festivo.
· Pasividad institucional Ante la inacción de los consistorios, la Ertzaintza limpia solo si hay denuncia: «Es un verano tranquilo»
El espacio compartido de fiestas estivales en el País Vasco está secuestrado, un año más, por el entorno de ETA, que no solo renuncia a desaparecer, sino que invade cada rincón público para reivindicar alto y claro su pasado de actividad terrorista y enaltecer a sus miembros criminales, sin que de momento las instituciones parezcan reaccionar. La polémica más aparente ha llegado esta vez de la mano de la «txupinera» de Bilbao ( Jone Artola) y del pregonero de Llodio (Pablo Gorostiaga), ambos designados protagonistas de las fiestas locales por ser familiar y condenado por colaboración de ETA, respectivamente. Los recursos presentados por el delegado del Gobierno, Carlos Urquijo, evitaron la foto oficial, aunque no así los gestos de apoyo colectivo a quienes el juez prohibió ejercer de protagonistas por constituir una clara humillación a las víctimas del terrorismo.
Lo cierto es que, con o sin «txupinera», el paisaje visual de las fiestas lo siguen acaparando los afines a la banda, que en el inicio de la Semana Grande bilbaína cubrieron la plaza del Arriaga con pancartas gigantes con las fotos de los presos y una petición de «amnistía». Pero es que, cumplido el ecuador de las fiestas, basta con dar una vuelta por el Arenal, el recinto ferial donde se sitúan las «txosnas» o casetas, para percatarse de que los radicales campan a sus anchas por más que la ley haga hincapié en la necesidad de desligitimación social del terrorismo.
Las fotos de los presos locales y los carteles pidiendo que todos los reclusos y huidos regresen «a casa» son el principal reclamo de casi todas las «txosnas», especialmente la de «Txomin Barrote», a la que se le prohibió participar en el pasado precisamente por exhibir a los etarras. En esta edición, el frontal de la caseta está cubierto con las siluetas de los presos y sus nombres, un hecho que ha denunciado ante el juez la asociación Dignidad y Justicia, que preside Daniel Portero. En uno de sus laterales se puede ver una gran pintada de «Gora ETA», mismo mensaje que la de otra aún más grande aparecida en la «txosna» de enfrente, «Eguzkizaleak». Justo en ese rincón, un grupito de niños pequeños jugaba ayer en una piscina hinchable, mientras los mayores bailaban danza vasca al ritmo del acordeón y la pandereta. Se trata del epicentro radical, donde se ha pintado en el suelo un paseo de las «estrellas», a modo de Hollywood, con el nombre, entre otros, del fundador de ETA «Txillardegi». Los insultos contra el delegado del Gobierno, Carlos Urquijo, o comentarios ofensivos contra la recuperación del alcalde bilbaíno, Iñaki Azkuna, a quien le desan «buen viaje» tras estar ingresado por enfermedad durante meses, son también «leit motiv». La «operación limpieza» que llevó a cabo el anterior gobierno vasco de Patxi López en su primer verano al frente, el de 2009, se fue diluyendo y este año apenas se han practicado intervenciones, más allá de algunas puntuales en Vitoria, San Sebastián y Amurrio a cargo de la Ertzaintza, que debe actuar cuando los consistorios eluden su responsabilidad.
De hecho, fuentes del Departamento vasco de Seguridad indican que está siendo un «verano tranquilo» pese a todo. «La sensación es que han decidido no presionar», aseguran sobre el mundo radical desde el Ejecutivo del PNV, que pone como ejemplo el que se hayan desconvocado el «brindis» anual y la marcha de apoyo a los presos de ETA en Ondárroa (Vizcaya), bastión de los radicales, después de que el juez Ruz prohibiera los actos. Preguntados por las pintadas proetarras que hoy publica ABC en estas páginas, desde la Consejería vasca de Seguridad rearfiman que tendrán que ser borradas pero «buscando siempre la discreción y la proporcionalidad». «Si hay que borrarlas, se borrarán», rematan.
ABC 22/08/13