Kepa Aulestia-El Correo
El Gobierno Sánchez ha decidido renunciar a la tramitación de unos nuevos Presupuestos para 2020, con el argumento de que el cuadro macroeconómico está sujeto a tal grado de incertidumbre que, ya en abril, es mejor concentrar los esfuerzos en elaborar las Cuentas de 2021. La crisis financiera de 2007-2008 condujo a los gobiernos a modificar tanto sus previsiones iniciales en cada ejercicio, que los Presupuestos anuales y especialmente su ejecución pasaron a formar parte de una arbitrariedad sin control.
Antes de la pandemia el Ejecutivo Sánchez ya acariciaba la idea de sortear las dificultades parlamentarias que le suponía tramitar Presupuestos para 2020 en medio de la negociación con la Generalitat, y pasar a los de 2021 para así avanzar dos años de legislatura sin especial esfuerzo. Opción a la que la volatilidad internacional y las protestas agrarias daban carta de naturaleza días antes de la epidemia. Hoy el estado de alarma confiere al Gobierno Sánchez un poder que le permite obviar sus límites parlamentarios, evitando ponerse a prueba.
Unas Cortes telematizadas a regañadientes se quedan en nada ante el desfile cotidiano de ministros y responsables ministeriales que son interrogados por una ristra de medios de comunicación que dejan también en nada a las cabeceras con audiencia. Pero las medidas económicas y sociales que va desgranando el Ejecutivo de coalición PSOE-Unidas Podemos no pueden sostenerse durante diez meses de 2020 sobre la prórroga de las Cuentas de Montoro de 2018, más que contando con la anuencia de la inmensa mayoría del Congreso, de las autonomías y de los ayuntamientos.
Y ello a riesgo de incurrir en decisiones carentes del basamento legal requerido para invertir y gastar sobre unos ingresos que ya estaban a la intemperie antes del coronavirus. La decisión de ‘pasar’ de 2020, para ganar así tiempo, es política. En ningún caso responde a supuestas razones de sensatez presupuestaria, sino de conveniencia partidaria. Pedro Sánchez mentó los Pactos de La Moncloa durante una semana, y punto. Ya han pasado a ser los ‘pactos de la reconstrucción’. Para los que le basta con recabar el apoyo de las formaciones que facilitaron su investidura. Contando siempre con que el PP de Casado se distanciará en la videollamada de pasado mañana. La ‘nueva normalidad’ a que obligue la crisis de salud pública tendrá su correlato en un país sin Presupuestos. Porque no conviene incomodar al Gobierno que se encuentra al timón del estado de alarma.