LIBERTAD DIGITAL 08/03/17
· Boadella dice que nunca actuará en Cataluña porque el público tendría que tener «una libertad mental» de la que carecen la mayoría de los ciudadanos.
Cataluña es «más un régimen» que una democracia, y a ese «régimen» «se ha vendido» el mundo de la cultura, «separatista en un 90%», asegura el barcelonés Albert Boadella, que estrena en Madrid el miércoles su «monólogo-antología» El sermón del bufón con las todas las entradas vendidas.
Boadella (1942) asegura en una entrevista con EFE que desde que dejó la dirección de los Teatros del Canal –el pasado mes de julio tras siete años al frente– se ha quitado «el peso» de un cargo público, ha recuperado su «asilvestramiento» y una libertad que le ha dado «una vida nueva» y la alegría de decir «lo que se le pasa por la cabeza».
Antes de marcharse incluyó en la programación del Canal el espectáculo que estrena el día 8, que ha escrito, dirige e interpreta, y en el que repasa fragmentos de su vida y de su carrera con Els Joglars –que fundó y en la que estuvo 52 años, hasta 2013– y opina sobre la actualidad y sus protagonistas.
Está él solo en el escenario, desdoblado en Albert, «el juguetón, el travieso», y Boadella, «el profesional, el maduro, el responsable», pero además es varios personajes, entre ellos Jordi Pujol.
«Voy a jugar con las proyecciones de las mejores cosas que he hecho, de Els Joglars y desconocidas, y al mismo tiempo me subiré a un púlpito a lanzar un sermón sobre el arte, la cultura, mi profesión…», en un ejemplo de metateatro, antología y monólogo «todo junto», resume.
En la hora y media de espectáculo utiliza imágenes de Gabinete Liberman, Vaya Día, Teledeum, La increíble historia del Doctor Floïd & Mister Pla, No-Do, La Torna, Virtuosos de Fontainebleau, Ubu President, El Nacional, Daaalí, Semos Europeos, Don Carlo, Omena-G, Una noche en el Canal, Amadeu y El Pimiento Verdi.
Es decir, ha aprovechado «a fondo» su bagaje profesional y desmenuza lo que ha hecho como dramaturgo al mismo tiempo que actúa, y cuenta, por ejemplo, «muy físicamente» cómo se escapó de la cárcel y otros momentos de una vida, «sin duda», «bastante novelesca».
Que las entradas para las cuatro funciones en el Canal –luego estará, desde el 16 de abril, un mes en el teatro Marquina– estén agotadas varios días antes del estreno y que le hayan salido «muchos bolos» por toda España, le parece «muy agradable».
«Llevo 56 en este negocio y es lógico que tenga una cierta clientela. Con la gira recupero parte de la juventud. Me entusiasma eso de viajar, soy un comediante de la legua y siempre me gustará estar en todas partes». En todas, menos en una.
«Me negué a trabajar en 2006 en Cataluña y eso sigue intacto. Allí no iré a actuar nunca ni a un acto público«, asegura Boadella, que se define como un «forofo de España».
Está «absolutamente seguro» de que para que su obra gustara en Cataluña el público tendría que tener «una libertad mental» de la que «carece la mayoría de los ciudadanos», que están «muy condicionados».
«El 90% del mundo de la cultura en Cataluña es separatista y en ese 90% incluyo mi propia profesión, que se ha vendido al régimen que hay en Cataluña, donde hay más un ‘régimen’ que una democracia», afirma rotundo.
Sin embargo, sí sigue yendo a su «exilio interior», es decir, a su casa del Ampurdá, pero ya «más tranquilo» tras el acto vandálico que sufrió en su jardín, cuando «unos desconocidos» talaron sus árboles.
«Localicé a los responsables y les escribí diciéndoles que si me sucediera cualquier cosa las sospechas recaerían en ellos. Y se acabó, aunque es verdad que estoy como en un claustro cercado por la peste, en territorio comanche. Es como vivir en un fuerte», describe.
Y es que Cataluña, sostiene, tiene «unas formas mafiosas» y se ejerce no la violencia física «pero sí la violencia moral», además de una «tradición de nepotismo» que supone que «las grandes familias» han jugado «a poner huevos en todas las canastas», «a que los hijos, la mujer, la familia en suma, tengan intereses en todos los sitios».