ABC – 29/03/16
· El dramaturgo responde a «los cobardes» que atentan contra su casa en Jafre.
· «Las redes se convierten en efectivos militares, aumenta la peligrosidad y se monta un boicot para cada cosa»
Con cierto desapego, Albert Boadella comenta al otro lado del teléfono que lleva un año sufriendo actos de acoso en su pueblo, Jafre, en el Bajo Ampurdán, y que «había llegado el momento de dar la cara». Frente a su casa hay un jardín de su propiedad en el que había plantado árboles y otras plantas. «El año pasado destrozaron los higos chumbos y me pusieron las típicas notas de “facha” después de unas declaraciones que en su día hice sobre la situación en Cataluña». Solo fue el principio del acoso.
Después, comenta, vinieron las bolsas de basura arrojadas por encima de la tapia y ahora la tala de tres cipreses, algo que ha motivado que el dramaturgo diga basta, denuncie los hechos y haya puesto en las redes su foto frente al cartel: «Aquí crecían tres cipreses. Unos cobardes los talaron una noche. Quieren imponer el pensamiento único en Cataluña».
Boadella ha interpretado este acoso después de ser señalado por el entorno independentista: «Yo creo que tratan de avisarme de que no les soy grato. Hasta escribí a la alcaldesa [Núria Berga Ferrer, de Futur per Jafre, adscrito a la Associació de Municipis per la Independència], que no me ha contestado». El dramaturgo añade: «Hace poco, un exconcejal publicó unas declaraciones en un digital del entorno independentista señalándonos a mi mujer y a mí porque somos “gente polémica”. ¿El motivo? Que pedí que quitaran una bandera estelada del campanario de la iglesia. Mire, yo creo que uno puede tener la bandera que quie-
Boadella responde a los «cobardes» que han talado sus cipreses ra en su salón o el balcón de su casa, pero, hombre, en el campanario de la iglesia…», y Boadella deja toda su ácida ironía ondeando en esos puntos suspensivos.
Ahora ha decidido denunciar y dar la cara, pero también reflexiona sobre el «rearme inquisitorial que se vive en España y fuera de España, aunque nosotros estamos en la brecha». Cree que en los años 80 y 90 «había una mayor sensación de tolerancia y libertad. Uno podía decir incluso una tontería sin acabar machacado por una serie de clubs y partidos». No hay monopolios: «Esa mirada inquisitorial surge en cualquier tema, es muy típico de la izquierda que se apropia de cualquier cosa para hacer campaña y de la ultraderecha, porque en España sí existe la ultraderecha y se llama nacionalismo, que es lo más reaccionario y construye fetiches intocables», opina.
Confiesa que también siente mucho la autocensura en nuestra sociedad: «Dirigiendo los Teatros del Canal no he visto proyectos fuera de la corrección política, hay sin duda mucha autocensura que nos aplicamos para no tener follones. Hay tabúes, como los toros o el hecho de que hay democracia en Israel, que no puedes tratar. No hablemos de la caza, mire la que le han montado al miembro de los Morancos. En un mundo de gran agitación por internet, las redes se convierten en efectivos militares, la peligrosidad aumenta y se monta un boicot para cualquier cosa. Ante este avance, cede la libertad de expresión de mucha gente que no quiere problemas y no dice lo que piensa».
ABC – 29/03/16