José Alejandro Vara-Vozpópuli
Ayuso, Cayetana, el alcalde madrileño, un triángulo beligerante y virtuoso que anima al combate en las somnolientas filas del PP
Si fuera actor, entraría en la gama de esos francesitos universales, como Trintignant o Léaud, menudos y hasta frágiles por fuera pero potentes y ásperos por dentro. José Luis Martínez-Almeida se ha convertido, en los últimos tiempos, en una especie de Le petit soldat, no el del filme Godard, ese tipo ambiguo al que piensan agente doble, sino el del equipo de Feijóo, un luchador fogoso, que irrumpe en todas las grescas, se ofrece en todas las disputas, se enfrenta al más pintado y no aparta la cara ni cuando vienen mal dadas.
Dejó atrás, ya hace tiempo, esa militancia sospechosa del Bruno de Godard, ese perfil de agente doble, esa reptiliana ambigüedad, que si con Casado, que si contra Ayuso, hasta que reorientó sus pasos y se incorporó con decisión a las filas de la lideresa madrileña. Lo hizo con algún titubeo extraño, momentos de comparecencias incómodas y afirmaciones confusas hasta que despejó todas las brumas y asumió el riesgo de esta comprometida aventura. No ha quebrado desde entonces ni una sola vez su compromiso. Es más, está apareciendo ahora como el más fiero batallador en el terrible combate que se libra en este país en defensa de la democracia. Un combate desesperado con su foco principal en Madrid, el territorio que vedado paa el socialismo desde que Leguina se fue. Y ahí aparece el alcalde, con el espadón desenvainado, sacudiendo a cuanto semoviente sanchinesco osa hacerle frente. Así, con chulería muy de Usera, le dijo a Santos Cerdán, luego de que el capataz de Ferraz (valga el ripio) le amenazara con querella: “Con tal de que no me pida 15.000 euros, ya me vale”. La cantidad que supuestamente el conseguidor Aldama le habría entregado al preceptor de Koldo.
También se las tiene con Reyes Maroto, una rival sin luces, que fue ministro y la arrojaron a Madrid, donde naufraga ahora envuelta en la ciénaga koldesca, entre patinazos de risa y trolas inverosímiles. «No lo conocía, no le traté”, había asegurado la entonces titular de Industria, la de la navajita ensangrentá, sobre su relación con Aldama. Luego rectificó torpemente, que si “un asunto de turismo”, una iniciativa empresarial…. “Debe dimitir como concejal, no está en condiciones de seguir como portavoz del grupo socialista. Debe aclarar qué contactos tuvo con esa banda criminal”, sentencia Almeida. Y le prepara una reprobación. Otro juguete roto de la banda.
Tienen montada una cacería contra un ciudadano particular al objeto de derribar a su principal enemiga, la presidenta de la Comunidad de Madrid. Querían ruido y furia contra Ayuso para tapar lo de Begoña, lo de Madame Francina, lo de Air Europa, lo de Delcy, lo de Ábalos…
Madrid es territorio inhóspito para el sanchismo. El PSOE, en Valencia, pretende achicharrar a Mazón para ocultar la Conferencia del Júcar, el desprecio de Marlaska, Margarita, Ribera hacia las víctimas de la riada, pero en Madrid tiene una montaña pufos, mordidas, delitos y coimas de dimensiones siderales. Cada mañana, un escándalo; cada día, un Vietnam. Un esperpento que a tantos salpica, que inunda de molicie al partido en pleno y que dibuja un tres en raya de sospechas entre partido-Gobierno y Fiscalía. El teléfono de Lobato (antiguo contrincante de Ayuso en la Comunidad) la jefa de Gabinete del anterior jefe de Gabinete de Sánchez (Pilar Sánchez Acera), el secretario de Estado de Comunicación de Moncloa (Vallès, ya dimitido), su sustituto (Ion Antolin, antes en Ferraz), la directora de un digital subvencionado que blanqueó la estrategia (Angélica Rubio, ahora consejera de RTVE), integran toda una espesa red de intoxicaciones con el Fiscal General del Estado en el vértice de la trama. Tienen montada una cacería contra un ciudadano particular al objeto de derribar a su principal enemiga, la presidenta de la Comunidad de Madrid. Querían ruido y furia contra Ayuso para tapar lo de Begoña, lo de Madame Francina, lo de Air Europa, lo de Delcy, lo de Ábalos…Un estruendo sobreactuado que choca con las pruebas que porta la UCO y con la instrucción de los tribunales.
Almedia se muestra estos días aguerrido como un legionario y fiero como un jabato. Desde hace meses aparece en el frontispicio de las filas del PP en la contienda contra los bárbaros saqueadores que pretenden arrasar con todo vestigio de usos democráticos y todo rastro del Estado de derecho. Centenares de altos cargos pagados con dinero público, movilizados contra Ayuso en una operación impensable en un país de la UE, para tapar los negocios inadecuados -quizás delictivos- de la señora del caudillo.
Rápido con el verbo y descarado con la jerga, este alcalde se ha erigido ya en un referente para toda esa sección de su partido que considera que no están los tiempos para el fair play, que el enemigo es desalmado y brutal y que estamos a dos pasos de que la tragedia que se adivina se convierta en un escenario irreversible. De que todo se vaya al garete y para siempre. Hay en la derecha alcaldes de gestión prometeica e inmaculada, como el gran Paco de la Torre de Málaga, prodigio de la prosperidad y la convivencia. Los hay hábiles y despiertos, como María José Catalá, que aguarda en Valencia que llegue su hora. Y los hay de eficacia probada y aire muy british como el salmantino Carlos Carbayo. Y luego está Almeida, de barrio, usos de pandillero legal y, penosamente, del Atleti, quien acaba de suspender por un año ese lastre lacerante del ‘Madrid central’ que vetaba a los coches pobres y acogía a los ricos. Más a su favor.
El ciudadano madrileño padece una carga fiscal excesiva de la que no muchos hablan. Se muestra quejoso con la limpieza de sus calles, considera que faltan luces en algunas zonas y hasta piensan que en el Retiro escasea el verde, que ya es quejarse. Sin embargo, secundaron con una mayoría absoluta a su alcalde, quien aparece en las encuestas en ese lugar del vértice que se destina a los elegidos.
El juez Puente creyó más a la UCO que a Ábalos y el ex número dos del PSOE también va para adelante rumbo a un penoso paseíllo ante el tribunal. Lo de Koldo ya es un chiste con regusto a celda y aún quedan decenas de móviles y terminales por desencriptar
No le pasa una a Sánchez, quien cada minuto aparece más desquiciado, más desarbolado, como el jueves en Bruselas, cuando expuso argumentos descabellados en defensa de su Fiscal General. Una aparición tan destemplada e histriónica que incluso movió a la inquietud a muchos de sus fieles. La imputada Begoña había declarado ante el juez Peinado la mañana anterior. No le fue bien. Su letrado, un Camacho que fue ministro del Interior, no lleva las cosas por buen camino. También esta semana el rosario de las actuaciones judiciales esparcieron certezas en el carro de las desvergüenzas. El juez Puente creyó más a la UCO que a Ábalos y el ex número dos del PSOE también va para adelante rumbo a un penoso paseíllo ante el tribunal. Lo de Koldo ya es un chiste con regusto a celda y aún quedan decenas de móviles y terminales por desencriptar que, posiblemente, den la puntilla a la banda del progreso, una nutrida gavilla de cuatreros. Si se dejan. Nadie duda de que este ánchez acorralado, sin salida profesional alguna, sin esperanza de redención por ningún lado, si alivio personal o familiar previsible, va a recurrir a todo. Y todo, en efecto, es todo.
El trío virtuoso del PP
Almeida ya forma parte de ese triángulo virtuoso de la lucha que conforma junto a Ayuso y Cayetana Álvarez de Toledo, quien esta semana obsequió al Congreso once minutos sobre el infamante desarrollo del triministro Bolaños que debería incorporarse a la antología de los momentos inmortales de nuestra memoria parlamentaria. Ester (sin ‘h’) Muñoz se suma poco a poco desde León a este arrojado equipo, casi quimérico, sumamente osado, ligeramente suicida (algo sabe de eso la lideresa madrileña), dispuesto a plantarle cara a esta temporada de espantosa oscuridad que nos gobierna. Ayuso ya se cargó a Errejón, a Gabilondo, a Mónica y Madre, a Pablo Iglesias. «Me debéis una», dijo. ¿Será Sánchez el próximo?