- Cuando interviene en el parlamento el líder del PP catalán, Aragonés se vuelve todavía más bajito
Alejandro Fernández se lo ha dejado clarinete al presidentín Aragonés: el único debate de fondo entre Esquerra y Junts es la poltrona. La pela, la pasta, la tela, la panoja, vamos. Ni ideologías ni patrias ni niño muerto. Aquí lo importante es amarrar presupuesto público para repartir cual botín de piratas en la Isla de la Tortuga entre los de tu partido y sanseacabó. Que no es grano de anís porque, como hemos dicho, escrito y repetido hasta la saciedad, la generalidad no es más que un enorme negocio para enchufar a amigos, conocidos, saludados, amantes, ex amantes, correligionarios e incluso a algunos adversarios que, por obra y gracia del Espíritu Santo, dejan de protestar a la que cobran más de 100.000 pavos al año. Nada como una vida cómoda, un sueldo astronómico y la seguridad de tener una canonjía de por vida para que se te pasen las gilipolleces y tu espíritu crítico se jubile en Benidorm a cantar Los Pajaritos. Como ejemplo significativo de esta hábil costumbre ahí tienen al primer director de TV3, Alfons Quintá, acérrimo enemigo de Pujol que desde las páginas de El País lo fustigó a propósito del tema Banca Catalana. El mismo Pujol lo llegó a culpar del infarto que acabaría con su padre, Fulgenci. Digamos, haciendo un punto y aparte, que Quintá acabó asesinando a su esposa para luego suicidarse. Oscuro final para un ser más oscuro todavía
Pero volviendo a lo nuestro, y si hemos de ser sinceros, el régimen corrupto que se vive en Cataluña desde el advenimiento hace décadas del nacionalismo al poder, tiende más a premiar al acólito que al disidente. Vean ustedes lo que le espetó Alejandro al presidentín, ante la estupefacción de separatistas y aledaños: “Ustedes aseguran no tener competencias en ferrocarriles y se quejan por ello, pero le pagan 127.000 euros a la presidenta de ferrocarriles, 150.000 al director general y así una buena lista. Y eso que no tienen, insisto. El día que los tengan yo no sé qué les pagarán”. Según el líder ‘popular’ “La generalidad tiene 366 altos cargos que nos cuestan a los catalanes treinta millones de euros”. Paf. Y eso es solo la punta del iceberg amarillo, claro. Empiecen a contar departamentos que nadie sabe para qué sirven, cargos intermedios perfectamente prescindibles, millones y millones en embajadas, subvenciones, medios de comunicación, viajes, parque móvil, vaya, la intemerata, y se darán cuenta de la razón que tiene Alejandro cuando le suelta a Aragonés “Ustedes no están gestionando una generalidad al servicio de las personas, están gestionando una generalidad al servicio de los cuadros y dirigentes de sus respectivos partidos”.
Teniendo más razón que un santo, y conociendo en el político de centro derecha su afición a cantar, le propongo desde el afecto personal que en la próxima sesión de control al gobierno catalán se deje caer con una canción que viene de molde, ‘Los que viven del cordero’, divertida sátira acerca de cuanta gente puede sacar tajada de un simple rumiante, compuesta por el gran Arthur Kaps y popularizada por el no menos gran Franz Johann, estrenada en el espectáculo ‘Melodías del Danubio’ allá por el ya lejano 1944. Y es que, como dice la letra tras enumerar infinidad de gente que vive del cordero, cuando parece imposible que haya más, “Y no acaba todavía esta dulce letanía, y prosiguen caballero los que viven del cordero”.
O como diría el gran Chiquito de la Calzada, hay mucho cobarde pa tan poco canapé. Pecadorrr.