Gorka Angulo-El Correo

  • El socialdemócrata Scholz se postula como el canciller de la paz frente al decidido apoyo militar al país invadido de Merz y la CDU

Alemania afronta su segundo año consecutivo en recesión económica con una cita electoral a la que la primera potencia europea llega con una gran polarización en el centro (Mitte) y en los extremos de su sistema de partidos, que además puede convertirse en la primera revuelta contra el ‘cero emisiones’ y el Pacto Verde de la UE. Por un lado, la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y su hijuela bávara la Unión Social Cristiana (CSU), con el Partido Socialdemócrata (SPD), los liberales (FDP) y Los Verdes son los nostálgicos del ‘milagro económico’ que desde 1949 hicieron posible esas formaciones. Por otro lado, los nostálgicos del Muro de Berlín, la populista Alianza Sahra Wagenknecht (BSW) y la Izquierda (Die Linke), y los nostálgicos de los ‘camisas pardas’, la Alternativa para Alemania (AfD), que tienen como nexo de unión sus simpatías por Rusia y su rechazo a los inmigrantes, la democracia y la UE.

Los antisistema suman en los sondeos un inquietante 26% que podría colocar en segundo lugar en el Bundestag a la ultraderechista AfD de Alice Weidel, algo más que una amenaza al último bastión europeo del gran consenso de la posguerra, porque, en caso de que se reedite una nueva Gran Coalición entre la Unión y el SPD, la AfD quedaría como el gran partido de la oposición. El pasado septiembre los ultras dieron una desagradable sorpresa en tres Estados de la antigua RDA, con victoria incluida (Turingia), que fue todo un aviso a navegantes.

La campaña electoral viene condicionada a priori porque la política exterior (Ucrania) desplaza a la política doméstica (crisis económica), en lo que serán unos comicios de gran movilización, los más igualados desde 2002, con una ciudadanía que vota a candidatos por encima de ideologías o siglas. Los dos grandes aspirantes a la cancillería federal, el democristiano Friedrich Merz (69 años) y el socialdemócrata Olaf Scholz (66 años), son dos veteranos, atacándose en lo personal, en el ocaso de sus respectivas carreras políticas con edades para estar viviendo en Mallorca.

Lo único que tienen claro es que no aspiran a ser el vicecanciller del otro y que su derrota dará paso a un relevo generacional en sus respectivas formaciones, con una renovación de ideas y programas. Merz representa al ala liberal de la CDU con una receta simplificada en mercado laboral flexible, menos impuestos y mano dura con la inmigración, frente al canciller Scholz, que propone seguir aumentando el endeudamiento del país con más inversiones en la economía y la política social para estimular los números negros.

De momento las encuestas dan una gran ventaja a Merz, pero el SPD es como el Real Madrid en Champions: experto en grandes remontadas. Basta con repasar los resultados electorales desde 2002. Es cierto que desde 1976 todos los cancilleres han sido reelegidos al menos una vez, pero Scholz puede ser el primero que no lo haga. Es un gran candidato, sí, pero esta vez arrastra una pésima gestión que desde 2021 ha sido un tiro en el pie, o más arriba, en su política energética e industrial, particularmente con el sector de la automoción, y en su nulo liderazgo europeo con el eje franco-alemán en quiebra por el silencio o absentismo de Scholz con un Macron no sabemos si inútil, poco útil o no útil.

Pero más allá del pulso entre Merz y Scholz, Alemania necesita una especie de refundación o catarsis solo posible con un gran consenso que restaure y fortalezca la hegemonía del centro frente a los populistas y extremistas. El gran arquitecto ideológico de la Alemania de la posguerra, el canciller democristiano Ludwig Erhard (1963-1966), aportó dos grandes ideas que fueron las claves del éxito del ‘milagro alemán’: la Economía Social de Mercado y la Sociedad Integrada, con una ciudadanía que mayoritariamente iba en la misma dirección guiada por el interés general. El sistema de partidos, la identidad nacional y el modelo económico fueron el hormigón armado que unió un país ejemplar durante decenios.

La reunificación alemana por absorción o por OPA hostil de la RFA sobre la RDA, casi 35 años después, ha ido dejando en papel mojado las ideas fuerza de Erhard. El ‘salvaje Este alemán’ sigue siendo sinónimo de paro y nivel de vida inferior reflejado en el masivo apoyo en las urnas a la AfD y a la ‘pasionaria’ Sahra Wagenknecht, unidos por su rechazo a la inmigración precisamente en los Estados con menos migrantes.

La gran cuestión que puede decidir las elecciones se llama Ucrania. Ya lo hizo Irak en 2002. Scholz apuesta por ser el canciller de la paz y la razón frente al decidido apoyo militar de Merz al país invadido. Donald Trump llegará a la Casa Blanca un mes antes de las elecciones germanas y puede auspiciar un acuerdo con Rusia que depararía una Ucrania como Corea, Chipre o Alemania en 1949. Esto movilizaría frente a Merz a la parte pacifista o proPutin en el país.