ABC 22/12/16
· El atacante del mercadillo navideño de Berlín sería un solicitante de asilo tunecino llegado al país con la ola de refugiados y fichado como yihadista
El hallazgo de unos documentos bajo el asiento del conductor del camión dio ayer un inesperado giro a la investigación sobre el ataque al mercado navideño de Berlín. Día y medio después del atentado, la Policía se percataba de que el presunto asesino había dejado en el lugar del crimen su permiso temporal de residencia, que permitió su identificación. Se trata del tunecino Anis Ben Amri, de 24 años, por el que se ofrece una recompensa de 100.000 euros a quien ofrezca información que facilite su detención. Ayer se tramitó a Europol la correspondiente orden europea de detención.
Ben Amri vivía en Oueslatía, en la provincia tunecina de Qairaouán, antes de viajar a Italia en 2012, para pasar finalmente a Alemania en 2015 con la ola de refugiados llegados en aquel año. Su familia, interrogada por las autoridades locales, aseguró que apenas había dado señales de vida desde 2010, cuando se marchó en medio de la Primavera Árabe. Uno de sus hermanos se mostró incrédulo: «No puedo creer que mi hermano haya cometido esta barbaridad». Sin embargo, se sabe que en los últimos seis meses en Alemania había cultivado contactos con la red salafista del país e incluso fue detenido en posesión de un pasaporte italiano falso, pero puesto de nuevo en libertad.
Antigua orden de búsqueda
Sobre él pesaba una orden de busca y captura «por robo a mano armada» y hay constancia de que ha estado en contacto con una célula desarticulada de Daesh en Alemania, un grupo liderado por el predicador Abu Walaa que se dedicaba a reclutar combatientes en Europa para enviarlos a Siria o Irak y a cuyos seminarios en Hildesheim había asistido el sospechoso. La Fiscalía confirmaba que la Policía había estado muy cerca de él, incluso había llegado a pinchar su móvil y a realizar escuchas de sus comunicaciones desde marzo a septiembre de 2016, debido a que frecuentaba mezquitas radicales y había intentado comprar un arma automática. Pero, cuando creían tenerlo controlado, se deshizo del teléfono y desapareció.
La historia de Anis Ben Amri, para frustración de las autoridades alemanas, es la de muchos otros refugiados en el país. Su petición de asilo había sido debidamente tramitada y rechazada en julio, en una oficina de Kleve sin medios para cruzar datos y percatarse de sus múltiples identidades. El ordenado procedimiento de expulsión no pudo llegar a término porque carecía de la documentación necesaria, unos papeles que llegaron precisamente ayer desde Túnez, cuyas autoridades habían negado durante meses que se tratase de un nacional.
Su expediente, además, se difuminaba en la maraña de autoridades regionales. La Oficina de Investigación Criminal (LKA) de Renania del NorteWestfalia había iniciado una investigación. Las autoridades de Berlín, donde también había residido, otra. El centro de coordinación antiterrorista había comenzado a intercambiar datos solo el pasado noviembre. La operación de búsqueda arrancó ayer con el despliegue de 150 policías en Emerich, en torno a un albergue de refugiados en el que había residido, pero sufrió retrasos por «defectos de forma» en las órdenes policiales que el diario «Die Welt» identificó como faltas de ortografía que causaban confusión. Este último detalle, sin confirmar por fuentes oficiales, colmó el vaso de la paciencia ciudadana y en las redes sociales surgieron multitud de críticas a la acción policial.
También se registraron ayer dos domicilios en Berlín, sin resultado alguno. Mientras, en las redes sociales, en las últimas 48 horas han proliferado los mensajes celebrando el atentado y las llamadas a seguir el ejemplo de Ben Amri que demuestran que parte importante de esta batalla se libra en internet.
Las autoridades anunciaron ayer la reapertura a partir de hoy del mercadillo en el que se perpetró la matanza, mientras seguían depositándose velas y flores junto al lugar. Ante la Cancillería de Berlín se concentraba anoche una manifestación convocada por Alternativa para Alemania (AfD), el partido xenófobo y antieuropeo cuyos seguidores portaban pancartas en las que se podía leer «Merkel vete a casa» y gritaban consignas en las que se culpaba a la política de refugiados de los crímenes del terrorismo. «Exigimos que se expulse a los delincuentes y terroristas llegados aquí al amparo de Merkel», gritaba Björn Höcke, líder de AfD de Turingia y representante de su ala más dura.
También circuló por las calles del centro una marcha del partido neonazi NPD, exigiendo la expulsión de los extranjeros. Estas manifestaciones fueron contestadas por concentraciones callejeras en la que se afirmaba: «No dejaremos que instrumentalicen el atentado» y en las que se gritaba «ni nazis, ni islamistas» o «berlineses en libertad».