Jon Juaristi-ABC

  • Hacia una nueva empresa pública de energía sostenible

Resulta que teníamos otra chistosa en la Conseja de Ministras y no nos habíamos enterado. Más que Gobierno, lo de Sánchez parece el Club de la Comedia. Como tiene estudios, Teresa Ribera, la de la Transición Ecológica a No Se Sabe Dónde, ha soltado una gracieta en clave geopolítica, o sea, que le pedirá a Putin que mande gas a España, pero que lo ve complicado. Si es todo lo que se le ocurre ante la enésima catástrofe que compete a su ministerio, mejor que Ribera se dedique al cultivo de la alfalfa, ya que no para de decir que la recuperación económica será verde y solidaria. Lo de la alfalfa no va con mala leche: ‘Alfalfa’ fue la cabecera

de una pionera revista mensual ecologista que se publicó en España ente 1977 y 1978. También ella apostaba por una España verde, solidaria y de izquierda. Lo sé porque hasta yo metí alguna chorrada sobre energías alternativas en sus páginas. Pero uno era entonces joven y, por cierto, claramente antiabertzale, como podrá comprobar quien lea la susodicha genialidad en la mentada publicación.

A ver esta otra: quizá, si en vez de pedir gas a Putin, los socialistas se pusieran a explotar sistemáticamente lo único que han demostrado hacer bien y a conciencia a todo lo largo de su Historia, España podría contar con cantidades ingentes de gas metano hasta la extinción del PSOE y de sus votantes. Por supuesto, ello exigiría cierta estrategia: una primera inversión en ‘sanitarios’ (advertencia gratuita de la Oficina del Español: ajústense a las acepciones sexta y séptima de dicho término en el Dicconario de la Lengua Española de la RAE y no se líen a contratar enfermeros, que esto no va de Covid-19), y la posterior disposición de los mismos en grandes centrales autogestionadas por los propios productores bajo la supervisión de una empresa del Estado creada ‘ad hoc’. Incluso Teresa Ribera podría dirigirla. La obtención de metano a partir de ganado vacuno estabulado requeriría un inmenso consumo de alfalfa. Gran parte del suelo cultivable español debería dedicarse a la producción intensiva de dicha leguminosa. El recurso a los socialistas, cuadros y militantes de base por lo menos, obviaría este inconveniente y aseguraría un suministro sostenible con un gasto público no excesivo. Todos sabemos lo austeros que han sido siempre los socialistas españoles y, en particular, sus líderes sindicales, a la hora de mover el bigote (de gamba de Huelva, preferentemente).

En esto del gas, lo más recomendable es no pasarse de ingenioso. En 1938, durante el Anschluss, la Compañía Vienesa del Gas se arruinó por culpa de sus usuarios judíos, que dejaban abierta la espita después de suicidarse y encima no atendían al cobrador. Lo cuenta Calasso. Estas anécdotas encantan a los podemitas como Zapata, aunque estoy dispuesto a admitir que no hacen tanta gracia en el PSOE. Ni al antisemita Iceta, que tiene pinta de producir metano de gran calidad a base de ‘butifarra amb mongetes’.