EL CORREO 04/12/13
TONIA ETXARRI
Pista libre. El lehendakari Urkullu, que lleva algunas semanas saboreando las mieles de la gestión de su Gobierno sin apenas oposición, acaba de cerrar el círculo de su estabilidad con el PSE y el PP. Sus Presupuestos, esta vez, serán aprobados en el Parlamento vasco sin más trabas que las de EH Bildu y UPyD. El PP, que quería sacudirse el estigma de ser considerado un partido «extremo», como tantas veces lo han calificado tanto peneuvistas como socialistas, ha decidido dar el salto hacia la «mayoría respetable». Los populares vascos quedan comprometidos a no entorpecer la aprobación de las cuentas de Urkullu a cambio de una prudente contención en gasto corriente y deuda, aunque la compensación del apoyo del PNV a los presupuestos de la Diputación de Álava ya se había dado por amortizada cuando el partido de Arantza Quiroga se adhirió al pacto fiscal suscrito por el PNV y los socialistas. El PP ha dado un gran paso en poco tiempo para no perder protagonismo en la política institucional vasca aún a riesgo de perder perfil de oposición. Ha pasado de denunciar la reforma fiscal como una «especie de juego de trileros» a adherirse al pacto criticado. Ahora, acaba de adornar sus 600 enmiendas parciales, tan trabajadas por su grupo parlamentario, con el colofón del pacto que, a pesar de ser presupuestario, no contiene cuantificación económica, según el parlamentario Antón Damborenea, porque no es un «acuerdo al uso». Al tratarse de un acuerdo de estabilidad, el Partido Popular ha decidido formar parte de la foto. Una imagen que se asemejaría a la de un Gobierno de coalición si el PNV quisiera. Pero ni quiere ni le hace falta. Con los socialistas y los populares en el pacto fiscal y sin oponerse a sus cuentas, el lehendakari tiene asegurada esa mayoría en el Parlamento que no le dieron las urnas y que le va allanando el camino de la legislatura. Mientras los consensos en el debate institucional sobre el cierre de la violencia se van enquistando porque EH Bildu sigue enrocada en su justificación de la historia de ETA, el lehendakari va afianzando su política de gestos. Nada baladí. Primero, la derogación del Día de Euskadi, que se ha conmemorado durante el mandato de Patxi López. Ahora, y de pasada porque no ha conseguido pactar con todos los grupos parlamentarios un día alternativo, ha fijado por decreto que el 25 de julio, día de Santiago, sea festivo. Por su parte, ETB decide no emitir este año el discurso navideño del Rey, que tanto incomodaba al PNV y a la izquierda abertzale. Fuera. Censurado. La oposición hizo la pregunta correspondiente en el consejo. Y lamentó la decisión . Poco más. El PP tiene la intención de presentar una queja en las próximas horas. Y ETB volverá por Navidad a silenciar las palabras del Monarca, como sucedió durante todos los mandatos del PNV. Porque en Euskadi, en los discursos navideños hemos sido más chulos que en Cataluña. Con la excepción de los cuatro años de gobierno constitucionalista, el silencio del Monarca ha sido el mensaje. A la oposición constitucionalista no le gusta. Eso es todo. Un chollo para el lehendakari.