FLORENCIO DOMÍNGUEZ, EL CORREO 05/02/13
· La palabra del presidente del Gobierno debería tener credibilidad suficiente para disipar las sospechas abiertas por las denuncias periodísticas derivadas de papeles atribuidos a un extesorero del PP que está investigado judicialmente y al que le han encontrado cuentas ocultas en bancos suizos.
A muchos ciudadanos, sin embargo, no les basta con el compromiso personal del presidente y hay que preguntarse por qué se ha llegado a esta situación tan extendida de recelo. No es una desconfianza particular hacia Mariano Rajoy, sino hacia el conjunto de la clase política, una desconfianza que, según las encuestas del CIS, se ha disparado en los últimos cinco años. En este tiempo se han juntado la incapacidad de los gobernantes para atajar una crisis económica que está acarreando costes muy duros para amplios sectores sociales con la acumulación de denuncias de corrupción que afectan a cargos públicos de todos los colores ideológicos. Mientras una parte importante de la población lo está pasando muy mal por culpa de la crisis, no son pocos los componentes de la clase política que están bajo la lupa judicial por aprovecharse de su puesto para el enriquecimiento personal, a costa muchas veces de los recursos públicos.
De nada sirve explicar que la mayoría de los cargos públicos son honrados, que no se han llevado un euro de más y que actúan movidos por una voluntad de servicio público y de trabajar de acuerdo con el proyecto político que creen que es mejor para la sociedad. Todo esto es cierto, pero cuando los casos de corrupción se han extendido tanto, la mancha de la sospecha alcanza a toda la clase política y en especial a los dos grandes partidos nacionales. De ahí que el desgaste acelerado del PP no se traduzca en la menor ventaja para el PSOE y de ahí también que el secretario general socialista pida la dimisión del presidente, pero no unas elecciones anticipadas en las que no iba a sacar gran provecho.
Cambiar ese estado de desconfianza de tantos ciudadanos va a requerir tiempo, pero sobre todo va a exigir algo más que palabras. Se necesita la puesta en marcha de instrumentos que hagan más transparente la financiación de los partidos, que se tomen decisiones que no dejen lugar a dudas sobre la voluntad política de no dar cobertura a los corruptos, ni de mirar hacia otro lado cuando estallan los casos. Y en el caso concreto de los supuestos papeles de Bárcenas es conveniente que quienes en ellos aparecen mencionados como receptores de dinero negro sin haberlo recibido actúen judicialmente para que, además de disipar sombras sobre su honorabilidad, se recupere la confianza de los ciudadanos. Es necesario ver al Gobierno tomar la iniciativa para que no vaya a remolque de los acontecimientos y, además, es necesaria que la reacción sea urgente antes de que la desafección social hacia los partidos actuales sea irreversible.
FLORENCIO DOMÍNGUEZ, EL CORREO 05/02/13