ANDONI UNZALU-EL Correo

En la época gloriosa del lehendakari Ibarretxe, prácticamente en todos los teleberris nos daban una noticia diciendo que los vascos éramos «pioneros» en algo. Nos hemos contado esas mentiras tantas veces que es doctrina común. Pero, con los datos en la mano, Euskadi es, hoy, una sociedad ineficiente. Algo no va bien. Seguro que alguien me apunta: «Podrás decir cualquier cosa del PNV, pero no me negarás que son buenos gestores». Pues no. En educación no estamos a la altura. Y en salud, con ese mito de Osakidetza, ya vemos lo que nos está pasando, no somos mejores.

Todos los datos objetivos apuntan que Euskadi se está convirtiendo en una sociedad decadente y sin fuerza. Los que con el riesgo de su vida cruzan el Mediterráneo, ni paran en Euskadi, van directos a Irún para pasar a Francia. ¿Se acuerdan los lectores de los años 50 y 60 del siglo pasado, cuando todos los años venían cientos de autobuses de nuevos inmigrantes del resto de España y que, luego, fueron los brazos que levantaron la industria vasca? De 1999 a diciembre de 2019, el conjunto de España incrementó sus puestos de trabajo (cotizaciones a la Seguridad Social) en un 39,5%, Euskadi sólo en un 28,9%. Pero Madrid aumentó un 59,11% y Murcia, un 58,56%. Y, además, vamos a peor. Si consideramos el periodo de 2008 a 2019, el conjunto de España ha aumentado los puestos de trabajo en un 5,22%; Euskadi en un 1,9%, Madrid en un 11,23%. Si tenemos problemas de sostenibilidad de las pensiones, con un déficit que asusta, no es por el índice de natalidad (o no sólo), sino por la incapacidad de generar empleo.

Y con nuestro querido PIB nos está pasando algo parecido, tenemos un PIB alto porque venimos de los 70 con mayor crecimiento, pero lo estamos perdiendo también, crecemos menos que los demás.

El bienestar en Euskadi se sustenta en tres pilares (el tercio de la población que no cumple estos requisitos mira desde los márgenes el bienestar ajeno, especialmente los jóvenes):

a) Las pensiones: seguramente es el factor de mayor equidad de la sociedad vasca, aunque arrastran un déficit terrorífico. Tenemos más de 550.000 pensionistas con unas pensiones medias superiores a los nuevos salarios. La Seguridad Social gasta al año en pensiones en Euskadi prácticamente la misma cantidad que todo el presupuesto del Gobierno vasco.

b) Los empleados públicos. Tenemos unos 180.000 (contando empresas públicas). Una de cada 5 personas que trabajan son empleados públicos, sin contar los trabajadores de sociedades adjudicatarias y entidades subvencionadas.

c) Contratos y subvenciones a empresas y entidades privadas. Sólo en el Gobierno vasco y sus entidades dependientes: adjudicaciones a empresas, 2.375 millones; subvenciones, 3.284 millones. Sumen a esto las tres diputaciones y los ayuntamientos.

Resumiendo, nuestro bienestar se sustenta en los recursos públicos, no en la productividad de nuestra economía.

La izquierda de Euskadi, si no quiere terminar como fuerza irrelevante (bueno, lo de Bildu, como mucho, será izquierda mediopensionista), tiene que empezar a hablar de economía, de cómo garantizar la creación de riqueza que sustente el reparto entre todos. Y, para empezar, tiene que hacer lo que el PNV no hace, decir la verdad: algo va mal en la economía vasca.

No hace falta declarar que la izquierda defiende los servicios públicos, eso ya lo sabemos, pero no es suficiente, hace falta elaborar un proyecto de futuro que garantice empleo decente para todos. La distribución primaria, y la más importante, son precisamente los empleos y los salarios. Y hoy la brecha social de Euskadi se encuentra entre los salarios públicos y los que dependen de adjudicaciones públicas, y los salarios y empleos de la economía estrictamente privada.

En la izquierda tenemos que aprender una verdad sencilla: los mejores servicios sociales son los que no hacen falta, porque el pleno empleo y los salarios decentes cubren las necesidades de las familias. Otra afirmación que tenemos que asumir y repetir de forma machacona: el PNV no crea economía, reparte recursos públicos entre los suyos. Cierren los ojos y piensen un poco, ¿Cuántas empresas de cierta envergadura se han creado estos últimos diez años? Pues eso.

Voy a poner dos ejemplos de capitalismo patriótico del PNV. Primero, Euskaltel. Es una empresa que se creó y se financió con ingentes cantidades de dinero público. El argumento era: «Nos hace falta una empresa ‘nuestra’ de telecomunicaciones». Sabemos cómo terminó el cuento, vendiendo a buen precio a capital externo. Eso sí, los directivos se han quedado con una cantidad vergonzosa de beneficios.

La otra es Ibermática. Igual, creció con cientos de millones de contratos públicos. Es que también «nos hacía falta una empresa ‘nuestra’ de informática». Ya se ve, acaban de venderla. Sólo ganan los directivos, no Euskadi.

La izquierda, si quiere tener alguna credibilidad, tiene que empezar a hablar de economía, cuál es su proyecto para garantizar la riqueza colectiva. Y a eso se llama invertir en futuro. Si no hacemos eso, cada vez habrá más gente que se queda fuera del reparto. Es lo que nos está pasando. Sin reconocer nuestra realidad y nuestras debilidades va a ser muy difícil buscar el camino del progreso.