Jesús María Zuloaga, LA RAZÓN, 13/10/11
Grupo Internacional de Contacto»; «Comisión Internacional de Verificación», después; y, el próximo lunes, «Conferencia Internacional para proponer la resolución del Conflicto vasco». Uno, que es de Bilbao, del mismo Bilbao, empieza a pensar que aquello de que somos el centro del mundo puede llegar a ser verdad. Bromas aparte, hay que reconocer que ETA y su entramado han puesto esta vez toda la carne en el asador en su conocido objetivo de «internacionalizar el conflicto» y que están obteniendo un cierto eco, más por la inactividad de unos que por su propio acierto. Que los pistoleros hagan lo imposible para que sus planes tengan éxito, entra dentro de la lógica; pero no es de recibo que quién debería evitarlo, no haga nada, y se limite, según los casos, a tararearnos aquella inolvidable canción «ye-yé» de los sesenta, la «yenka»: un paso delante, un paso atrás, derecha, derecha, izquierda, izquierda, un, dos, tres. Desde hace meses, la opinión pública española, en especial la vasca, observa atónita cómo unos señores y señoras, que se alojan y reúnen en los mejores hoteles de Bilbao y San Sebastián, y que nadie sabe si cobran o trabajan gratis y, en cualquier caso, quién paga sus gastos (viajes, comidas, dietas, estancias…), están empeñados en resolver nuestro «conflicto». Cuando mejor iba la lucha antiterrorista y ETA se encontraba en su peor momento, a alguien se le ocurrió cambiar de estrategia. Aparecieron los mediadores de la mano del abogado surafricano Brian Currin; fue legalizado Bildu; después llegaron los verificadores y, ahora los expertos que no van a explicar cómo se resuelve el problema. Aquí hay algo que no casa, porque el «conflicto» estaba en vías de solución, con los terroristas en la cárcel o camino de ella; y con los grupos de su entramado, ilegalizados y, por lo tanto, perseguidos por las Fuerzas de Seguridad. ¿Qué es lo que ha pasado? Los españoles nos merecemos que los organizadores de este desastre nos lo expliquen y, sobre todo, que no nos mientan. A la espera de ese esfuerzo de sinceridad sólo nos queda el ejercicio del voto el 20-N. Desde luego, si alguien pretendía manipular a la opinión pública con estas cosas, parece que el tiro le va a salir por la culata. Resulta penoso escuchar los argumentos que se han puesto en marcha para tratar de justificar lo injustificable: ETA estaba tan mal, tan acabada, tan desmoralizada, que no tuvo más remedio que dar el protagonismo a su entramado político, para que llevara la batuta del «proceso» que nos conducirá, con toda seguridad, a la paz. Lo que tenemos que hacer los periodistas, ayer mismo me lo pedía un experto antiterrorista que está convencido de las bondades de la estrategia, es repetir que todo esto pasa porque hemos ganado a ETA. ¿Mediadores, verificadores y demás pacificadores visitan el País Vasco, a mesa y mantel, porque la banda está derrotada? ¿Su «Frente Institucional» tiene más fuerza que nunca, a través de Bildu, porque los pistoleros han sido vencidos y, de paso, humillados? Lo dicho: alguien debe tener la honradez de decir la verdad, antes de que lo hagan los asesinos.
Jesús María Zuloaga, LA RAZÓN, 13/10/11