JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 29/01/17
· Theresa May se ha apuntado el primer asalto en la negociación del Brexit antes de empezar.
Aqué ha ido Theresa May a Washington? ¿A defender los intereses europeos? ¿A consolidar la alianza atlántica? ¿A reforzar la Unión Europea? Cada cual es muy libre de pensar lo que quiera. Pero prepárese para recibir la más desagradable de las sorpresas, porque la verdadera razón es otra. Mrs. May ha ido a Washington a defender los intereses británicos, que, a día de hoy, difieren considerablemente de los europeos. Se me dirá que la premier aseguró que «había logrado de su interlocutor el compromiso inquebrantable con la OTAN».
A lo que Trump contestó con un sonrisa enigmática. Mucho más explícito fue cuando, aludiendo al Brexit, lo calificó de «maravilla», para añadir: «Tendréis vuestra propia identidad y las personas que queráis en vuestro país». Solo le falto añadir: «Espero que os sigan otros países miembros», tal vez porque ya lo ha dicho.
Pero al grano: los intereses británicos a día de hoy se centran en buscar bazas y apoyos en la negociación con Bruselas sobre el Brexit a punto de empezar. Su premier lo ha hecho en el más puro estilo británico, resumido en el chiste «tú me das el reloj, y yo te doy la hora». Ella quiere acabar con el libre tráfico de personas y continuar con el libre tráfico de mercancías, aparte de eliminar la jurisdicción de los tribunales europeos. Y, de entrada, se ha asegurado el respaldo del presidente norteamericano, que no es poco.
No voy a ser yo quien critique a un gobernante que defiende con uñas y dientes los intereses de su país. Pero no puedo aceptar la forma artera como Theresa May lo está haciendo. Pues su forma de negociar tiene bastante de chantaje, al dejar entrever que, si no se le da lo que quiere, está dispuesta a convertir su país en un inmenso paraíso fiscal, como lo son ya bastantes de sus territorios de ultramar, desde la Isla de Man a las islas Caimán, pasando por Gibraltar. Lo que sería un golpe bajo a la Unión Europea. Y ha encontrado el aliado ideal en el nuevo inquilino de la Casa Blanca.
¿Qué puede hacer la UE ante ello? Pues aprovechar la coyuntura que ofrece la salida de un socio dedicado a crear problemas en vez de resolverlos, para reforzar la unión y el europeísmo. Es el único camino si no queremos que entre ambos la destrocen. Claro que eso se dice antes que se hace. Los principales países europeos, Alemania y Francia especialmente, están en vísperas de elecciones, por lo que su interés va a centrarse en ellas. Y los ingleses tienen pequeños caballos de Troya en la UE, como Malta, fieles a Londres.
Únasele la parsimonia de la burocracia comunitaria, que exige encontrar un consenso en cada decisión que se tome. Theresa May lo sabe perfectamente y se ha apuntado el primer asalto en la negociación del Brexit antes de empezar, ganándose el respaldo de Donald Trump, que nunca ha mostrado simpatía por Europa. Aunque conviene decir que tampoco los europeos le hemos mostrado el menor afecto.
JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 29/01/17