Que el dirigente del PNV Andoni Ortuzar se permita jactarse de las dificultades que tienen los socialistas para fichar a independientes sin hacer mención al miedo que sigue atenazando a una sociedad acogotada por tantos años de amenazas, no se puede considerar una crítica política sino un golpe bajo.
Los compañeros de viaje de Ibarretxe ya se han despedido en la intimidad, pero la sesión de hoy es la última del consejo de Gobierno. Se trata del último encuentro de solemnidad. Será la última vez que veamos a este lehendakari y a sus socios Azkarraga y Madrazo posando con el aura de máximos cargos públicos de Euskadi. El PNV ganó las elecciones, a pesar de su candidato. El mantra sigue circulando por todos los batzokis y seguirá así hasta el mismo día en que Ibarretxe suba a la tribuna del Parlamento y ejerza su derecho a la queja. Los dos partidos que han sostenido el gobierno de Ajuria Enea estos últimos años, sin embargo, se han ido diluyendo en el arco parlamentario hasta el punto de quedarse con una representación simbólica en comparación con lo que fueron un día.
Así de ingrato es este oficio cuando la gente deja de creer en uno. El próximo día 5 no tendrá mucho sentido que Ibarretxe defienda su candidatura a lehendakari, salvo que se produzcan incidencias técnicas que impidan votar a los ’38+1′ votos que tiene asegurados López. Pero sin duda le será muy útil la tribuna de los oradores para dirigirse a los suyos y hacer valer sus resultados electorales. Con mensajes autocomplacientes y con frases apocalípticas que preconicen que con el nuevo Gobierno, como no es el suyo, todo irá a peor en Euskadi.
Bien es verdad que si el entorno de Batasuna hubiera podido ‘colarse’ en el Parlamento (como ha ocurrido hasta ahora) el PNV habría obtenido los apoyos necesarios para gobernar. No ha sido así porque desde que fracasó la última trampa de ETA con su señuelo de la negociación y el Ejecutivo de Zapatero recuperó la política antiterrorista, el Parlamento vasco ha dejado, al otro lado de la puerta, a los cómplices de la banda.
Los diez años de Ibarretxe han estado marcados por la división a pesar de que él ha llegado a decir en sede parlamentaria que la crispación no la provocaba el terrorismo sino los medios de comunicación. Diez años en los que el Gobierno vasco nos hizo perder demasiado tiempo con la obsesión de su plan de nacionalismo obligatorio reconvertido después en el plan de consulta que fracasó como ocurrió con su proyecto del nuevo currículo vasco.
Un Gobierno al que se le ha criticado por haber reducido el terrorismo a un simple problema de estorbo. Que ha dicho sentirse junto a las víctimas de ETA al tiempo que financiaba a los colectivos de los familiares de sus presos. Patxi López quiere acabar con la equidistancia. Por eso resulta más incómodo para algunos cuadros independientes participar en un Ejecutivo que no va a permitir ni una concesión con el mundo de ETA. No es fácil. Que el dirigente del PNV Andoni Ortuzar se permita jactarse de las dificultades que tienen los socialistas para fichar a independientes sin hacer mención al miedo que sigue atenazando a una sociedad acogotada por tantos años de amenazas, no se puede considerar una crítica política sino un golpe bajo.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 29/4/2009