Alfonso Alonso a punto estuvo ayer de abandonar a la carrera la rueda de prensa en la que comunicó que será él quien asuma el reto de liderar al PP vasco en las elecciones del 25 de septiembre. Su explicación pública fue casi tan breve como la que una hora antes había trasladado a sus compañeros del comité de dirección a los que se ofreció como candidato después de un intenso fin de semana de llamadas y después de dos breves conversaciones con el presidente del Gobierno. Todos sus compañeros aplaudieron su autodesignación y rápidamente pasaron a analizar cómo activan su maquinaria interna en pleno mes de agosto, sin listas ni programa, ni nada organizado porque desde las elecciones de diciembre de 2015 todo dependía del futuro de Alfonso Alonso en Madrid.
El tuit de Mariano Rajoy –retuiteado por compañeros del PP vasco– y los de Soraya Sáenz de Santamaría, Pablo Casado, Fernando Martínez Maillo o Juanma Moreno fueron sólo una mínima parte de los mensajes de apoyo y agradecimiento que durante todo el día de ayer recibió Alfonso Alonso. El ministro en funciones se trasladó al Parlamento Vasco, su lugar de trabajo a partir del próximo 26 de septiembre que será cuando abandone su condición de diputado en el Congreso. Allí ocupará el escaño que dejó vacío Arantza Quiroga y desde allí jugará la baza de la «moderación», primero frente al PNV en una corta y dura campaña electoral y, después, muy probablemente como uno de los apoyos que necesitará Iñigo Urkullu si definitivamente su alianza con el PSOE vasco no es suficiente para contrarrestar la alianza de Unidos Podemos con EH Bildu. Una hipótesis que incluso puede abrir una puerta más amplia al entendimiento entre PP y PNV después del 25-S.
«La fortaleza del PP garantiza un ámbito de moderación», destacó ayer Alonso ante los medios. Una primera intervención tras haber permanecido callado en la que intentó destacar la importancia del PP en Euskadi como un «proyecto fundamental para la gente que se siente profundamente vasca y española». Alonso insistirá al regreso de sus cortas vacaciones en Cádiz en la apuesta por la «moderación» con especial énfasis en una agenda social muy pegada a las preocupaciones por el empleo o por el destino de las ayudas sociales que se reparten en Euskadi. El ya candidato teme que el tirón de Iñigo Urkullu entre los propios militantes del PP en Álava se convierta en un obstáculo añadido para su regreso a casa. El resultado en Álava –donde en 2012 logró cinco de los nueve parlamentarios vascos– no sólo le examina a él sino a todo el PP vasco.
LAS ELECCIONES GALLEGAS, EL 25 DE SEPTIEMBRE
Día clave.
El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, anunció ayer que los gallegos celebrarán las elecciones autonómicas el próximo 25 de septiembre, fecha que coincide con la fijada por el ‘lehendakari’ Urkullu para los comicios vascos.
Cambio de planes.
Pese a insistir en que las elecciones serían «en otoño», adelantó la fecha porque «es lo mejor para Galicia». La campaña empezará el 9 y acabará el 23.
En ‘fuera de juego’.
Feijóo aprieta los plazos a En Marea, Podemos Galicia y C’s, aún sin candidatos. Las bases del partido ‘morado’ votan desde el domingo en referéndum – hasta hoy – sobre si se presentan en coalición con En Marea o en solitario. El plazo para cerrar las listas acaba el 22 de agosto. / N. PUGA