LIBERTAD DIGITAL 02/12/16
CRISTINA LOSADA
Los de Podemos se superan. En su afán por defender la convivencia y la paz, la diversidad y el respeto al diferente, van a celebrar en Alsasua el Día de Navarra, 3 de diciembre. Lo anunció la secretaria general del partido allí, Laura Pérez, poniendo el acento donde se tiene que poner tratándose de un pueblo que ha soportado mucho desde que el 15 de octubre por la noche una cuadrilla dio una paliza a dos guardias civiles y sus parejas. Queremos, dijo Pérez, «poner en valor que no existe ningún problema de convivencia» en Alsasua. Y tiene razón. No hay allí ningún problema de convivencia con nadie siempre que no sea un guardia civil, amigo de un guardia civil o alguien que moleste de una u otra forma a los matones abertzales. Manténganse alejadas todas esas personas non gratas, instigadoras de conflictos y portadoras de la discordia, y Alsasua seguirá conviviendo en paz, respeto y amor.
La iniciativa de Podemos no es la primera que busca reivindicar la ejemplaridad de Alsasua en convivencia y todo lo demás. La plataforma vecinal Altsasuarra ta harro (Alsasuarra y orgulloso) y el Ayuntamiento organizaron una manifestación días atrás con similar propósito. El acto ciudadano puso el dedo en la llaga: el problema es que la imagen de Alsasua está siendo «gravemente dañada». No, precisemos, por quienes molieron a golpes a los guardias civiles y a sus parejas. Esos no dañaron en absoluto la imagen de Alsasua. Piénsese por un momento: de no haberse sabido nada de la paliza, la imagen del pueblo hubiera permanecido intacta.
No. Lo que ha dañado gravemente el prestigio de Alsasua en toda España y puede que más allá es la forma en que los medios de comunicación presentaron el pequeño incidente de octubre. Fue una simple «pelea de taberna» que han «sobredimensionado». Como la Guardia Civil, con su desmesurado despliegue de tropas al poco del trivial suceso. Ya la primera manifestación para vindicar que el pueblo es un dechado de virtudes se hizo bajo el lema: «Dejad a Alsasua en paz. No a los montajes policiales». ¡A ver si todo es un montaje! Hasta es posible pensar, y allí tal vez lo piensen los perspicaces, que los guardias civiles y sus parejas se autoinfligieron los golpes para perturbar la paz alsasuana que añoran sus habitantes.
Pongamos a la prensa en la lista de los que deben mantenerse alejados de Alsasua para que pueda recuperar su condición de lugar feliz, la que tenía antes de «las provocaciones e intentos de criminalización de todo un pueblo», como dijo Pérez, la de Podemos. Intentos perfectamente injustos si se consideran las aportaciones a la paz y la convivencia que ha hecho Alsasua mientras vivía un calvario. Contribuciones a las que hay que sumar la exigencia de la puesta en libertad de los detenidos por la agresión. Porque esto sí que revela el espíritu compasivo del pueblo. No compadecerse de los agredidos, sino de los agresores. Pensar en lo «indefensas y desamparadas» que están las familias de los agresores y no pensar en la indefensión y el desamparo de los agredidos cuando se vieron aquella noche ante la horda.
El partido Podemos aprecia la «entereza» con que ha respondido Alsasua a la agresión mediática y policial que ha padecido. Pero ¿no merecerá más un pueblo tan modélico? Que lo propongan para el Nobel de la Paz o para un Princesa de Asturias. Aunque los aguafiestas de siempre veremos más apropiado el reconocimiento a un caso singularmente repulsivo de los estragos que causa una comunidad del odio.