Al margen de las dificultades operativas, ETA se encuentra desde hace meses en una situación política complicada porque no le gusta la evolución de Batasuna, pero no tiene capacidad para cambiarla. El anuncio de ayer es la forma del salir del paso que ha encontrado ante la presión de su entorno político para que realizara otra tregua.
La tregua del año 1998 llevó los apellidos de «indefinida y total». La del año 2006 fue el alto el fuego «permanente». Y para este año las apuestas señalaban que iba a llevar el apellido de «verificable», pero no ha sido así. Por no llamarse no se llama ni tregua ni alto el fuego. Han bautizado a la criatura como «suspensión de acciones ofensivas» y, además, la han dejado sin apellido, convirtiéndola en una tregua inclusera. Sin embargo, si se le hace caso a ETA, habría que decir que se trata de una tregua retroactiva, con efectos en fecha anterior a la publicación del anuncio oficial.
En los servicios antiterroristas se conocía desde hacía meses que la dirección de ETA decidió a finales de febrero o principios de marzo pasar a una situación de «parón técnico» (en expresión interna de la propia banda) para llevar a cabo una profunda remodelación interna que aumentara sus niveles de seguridad. ETA, después de la ofensiva del verano del pasado año, pretendió seguir con su campaña terrorista, pero se topó con una sucesión de operaciones policiales que le pusieron las cosas bastante difíciles. Primero fue la localización de una gran parte de la red de zulos en Francia; después, el desmantelamiento de una red de comandos en Gipuzkoa y Vizcaya, más el descubrimiento de la fábrica de explosivos de Portugal, los planes para construir otra instalación similar en Cataluña y, ya en el mes de febrero, la captura del jefe del aparato militar, Ibón Gogeaskoetxea, aparte de otras actuaciones policiales.
Fueron demasiados desastres, y demasiado importantes, en poco tiempo, por lo que los jefes de ETA optaron por el «parón técnico» y dedicar todas sus energías a reforzar las estructuras de la banda. Esa situación de parón no evitó que mataran al policía francés Jean-Serge Nérin, ni que continuara toda la actividad necesaria para conseguir una organización terrorista preparada para actuar: en todo este tiempo han proseguido las actividades de reclutamiento de nuevos etarras, de adiestramiento, las actuaciones de suministro logístico, los robos de automóviles, la extorsión y hasta se ha reactivado la violencia callejera. A esa situación es a la que ahora ETA llama «suspensión de actividades ofensivas», quizá porque la acción policial le había obligado a ponerse a la defensiva.
Al margen de las dificultades operativas, la banda terrorista se encuentra desde hace meses en una situación política complicada porque no le gusta la evolución de Batasuna, pero no tiene capacidad para cambiarla. No le gustaron los resultados del debate interno y por ello ETA se abstuvo de expresar su respaldo abierto en el comunicado difundido el 19 de enero, aunque con fecha de 31 de diciembre, comunicado en el que, en cambio, sí que mostraba un apoyo abierto a «los esquemas de Anoeta» de 2004.
ETA no estaba tampoco de acuerdo con las peticiones de tregua formuladas por los firmantes de la Declaración de Bruselas y por ello, el 4 de abril, las rechazó. Porque si algo tiene claro ETA, ya sea la de los tres encapuchados del vídeo de la BBC, la ETA de ‘Txeroki’ o la de los que fueron sus adversarios internos, López Peña, Ainhoa Ozaeta o Igor Suberbiola, es que la continuidad del terrorismo no debe plantearse. Por encima de las diferencias de estrategia entre las diferentes facciones que ha habido en estos últimos años en la dirección de ETA, todos ellos han coincidido en la necesidad de continuar con las armas. Admiten la posibilidad de hacer treguas en función de operaciones políticas, como en el pasado, pero no como primer paso para renunciar a la violencia.
La discusión habida entre los actuales dirigentes de ETA no se ha centrado en la interiorización de la necesidad de acabar con las armas porque creen justo lo contrario, que hay que seguir con ellas.
El anuncio realizado ayer es la forma del salir del paso que ha encontrado ETA ante la presión de su entorno político para que realizara una nueva tregua, de la misma forma que en enero, cuando se le pedía que ratificara la declaración de Alsasua, lo que hizo la banda fue ratificar la declaración de Anoeta. La dirección etarra ha respondido a esos requirimientos dando carta de naturaleza a una situación que arrastraba desde hace meses -el parón técnico- haciendo de la necesidad virtud. Trata de evitar que el conflicto con su brazo político se agrande, dando un rodeo y tratando de ganar tiempo. De esa forma, cree que le deja un cierto margen de juego a Batasuna, pero sin responder a sus exigencias.
La paradoja del anuncio de ayer de ETA es que, no sólo no se plantea la posibilidad de renunciar a las armas, sino que ni siquiera dice que inicie una tregua. Viene a decir que ya estaba en esa situación desde hace meses. Y Batasuna sin enterarse, porque la izquierda abertzale ha firmado en estas últimas semanas la petición a ETA para que hiciera una tregua con control internacional. Entonces sólo nos quedan dos alternativas: o Batasuna no se entera de nada o a lo que estaba haciendo ETA no se le puede llamar tregua.
Florencio Domínguez, EL DIARIO VASCO, 6/9/2010