JON JUARISTI-ABC

  • La ‘influencer’ que ejerce como portavoz del Gobierno rompe oficialmente el PSOE sin necesidad de un congreso

De los partidos políticos actuales con representación parlamentaria, sólo tres tienen un pasado golpista: Junts per Catalunya, Esquerra Republicana y Partido Socialista Obrero Español. Los dos primeros dieron el golpe de 2017; el PSOE montó el de 1934, secundado por Esquerra, que derivó en insurrección armada y, a medio plazo, en guerra civil. Se alegará que dos años es mucho tiempo para establecer una relación causal entre la rebelión socialista de octubre de 1934 contra la II República y la guerra civil que comenzó en julio de 1936, a raíz de un alzamiento militar que llevaba muchos años fraguándose. ¿Muchos? No tantos. Además estalló precipitadamente cuatro días después de que un puñado de sicarios asesinara al jefe de la oposición, siguiendo las indicaciones públicamente sugeridas por una diputada comunista en aquella coalición frankenstein que sostenía al Gobierno de Casares Quiroga con Azaña en la Jefatura del Estado.

Las causas pueden tener cadenas más o menos dilatadas de efectos. El terremoto de Marruecos, por ejemplo, me ha hecho recordar otro anterior en el mismo país. En 1960, el que devastó Agadir repercutió en Marrakech, ciudad que ya entonces atraía a muchos turistas europeos. Uno de estos, el poeta británico T. S. Eliot, se hallaba a la sazón alojado en un hotel que se derrumbó. Aunque fue rescatado con vida, aspiró tanto polvo bajo los escombros que desarrolló un tumor pulmonar del que moriría cinco años después. Pues bien, el PSOE fue el cáncer polvoriento de la II República. La que amenazó públicamente a Calvo Sotelo, Pasionaria, no era del PSOE, pero lo asesinó la escolta de Indalecio Prieto, formada por esbirros socialistas de la Guardia de Asalto. El PSOE ya se había cargado la República antes de que el Ejército se sublevara.

En el actual Gobierno de cotorritas de ambos sexos, la única que destaca por su capacidad de improvisación es la portavoz, que esta semana ha aportado dos frutos de cosecha propia al inmenso melonar sanchista. El primero es la distinción entre viejos y nuevos partidos. El viejo PSOE es el de los que se han pronunciado contra la amnistía; el nuevo PSOE, al que ella pertenece, sería, en consecuencia, el de los que están a favor. Una fórmula interesante para romper su partido sin pasar por el engorro de un congreso.

El segundo ha sido la acusación a José María Aznar de estar preparando un ‘alzamiento’ (o sea, una sublevación militar). No es tan original como el primero (tendría que pagar royalties a Pedro Almodóvar, que se lo inventó en 2004). La portavoz de ambos melones debe revelar ya al mundo quiénes son, según el Gobierno, los generales y los cabos primeros que están compinchados con el ‘viejo PP’ antes de que irrumpan en el hemiciclo a lomos de mula vieja. De lo contrario, quedará como lo que parece ser: una pasionarilla bastante chunga.