Supongo que me habrá sucedido en otras ocasiones, pero ahora no recuerdo ninguna otra en la que haya estado tan de acuerdo con una declaración política como la realizada ayer por el consejero de Economía, Pedro Azpiazu, con ocasión de la presentación de la guía que servirá de base para la elaboración de los próximos Presupuestos del Gobierno vasco. Empieza con las típicas declaraciones tan inevitables en estos tiempos, obligadas y bellas, como que pretende una Euskadi ecológica, solidaria, digital y el largo etc. Son los tan obligados como indefinidos conceptos que adornan nuestra actualidad, algunos de los cuales, en especial los relacionados con la energía, es posible que tengamos que revisarlos por culpa de la crisis, como están haciendo ya los ecologistas alemanes. Luego, cuando empieza lo mollar, su intervención fue un compendio de sensatez y de sentido común.
Leer cosas como que «no es conveniente emplear los incrementos de ingresos públicos, ni el potencial de endeudamiento, que tienen naturaleza coyuntural y están ligados al crecimiento de la economía, para incrementar el gasto público corriente de carácter estructural». O como esto otro de «una gestión responsable del presupuesto público nos impone una clara regla de oro, que nos obliga a unir los incrementos de gasto público corriente a la senda de crecimiento potencial de la economía y/o al crecimiento estructural de los ingresos». O como aquello de «…» Cosas así le congratulan a uno, por lo inusual en estos tiempos de zozobra, y le devuelven la fe en lo público.
En realidad no constituye una sorpresa, pues el Gobierno vasco siempre ha mantenido una política prudente con sus cuentas públicas. Y de ahí que los desequilibrios, cuando han existido, hayan tenido un carácter más bien coyuntural y limitado. Gastar cuando se tiene y orientar las políticas económicas y sociales a tener, como fase previa al repartir, es lo que hacen las familias y lo más sensato que pueden hacer los gobernantes. A pesar de lo cual, no deja de ser un principio con escasos seguidores, al tratarse de una práctica que conlleva severos riesgos electorales
Y si luego se dice que «el Gobierno vasco va a sentar las bases de un sistema de planificación y evaluación de las políticas, planes y programas de gasto para poder tener argumentos objetivos para la asignación adecuada de los recursos», pues uno no puedo más que aplaudir hasta con las orejas. Así que ‘Amén’.