ABC-JON JUARISTI

Una compilación de crónicas de la II República que da que pensar

EL lunes pasado se presentó en la Fundación Ortega-Marañón la compilación de las Crónicas de la República y de la Guerra Civil que Fernando Ortiz Echagüe (1892-1946) escribió para el diario bonaerense «La Nación» entre abril de 1931 y mayo de 1939. El autor, hermano del fotógrafo José y del pintor Antonio y tío del arquitecto César Ortiz Echagüe, no tuvo en España el eco y relevancia de sus famosos parientes, pues emigró a Argentina en 1917. Allí se incorporó a la redacción del periódico porteño y, desde 1918, ostentó desde París el cargo o función de coordinador o director de las corresponsalías europeas, amén de ocuparse él mismo de cubrir las de España, Francia y Alemania. Simpatizó con el Vernunft republikanismus de Weimar y, en consecuencia, con lo más cercano al mismo que encontró en la España de 1931, la Agrupación al Sevicio de la República, de Ortega, Marañón y Pérez de Ayala.

Las crónicas de Ortiz de Echagüe, en edición de Luis Sala González y publicadas por las Ediciones Espuela de Plata con un prólogo de la historiadora argentina Marta Campomar, ponen a disposición de los lectores actuales del mundo de lengua española una de las más inteligentes y fascinantes relaciones de las vicisitudes de la II República, desde su proclamación hasta su trágico final. Además de las crónicas propiamente dichas, incluye extensas entrevistas con políticos y militares, y hasta una con Charles Chaplin en Biarritz, amén de estampas taurinas de gran encanto. Pero lo mejor son, sin duda, sus análisis y pronósticos. Así, el 24 de noviembre de 1933, cinco días después de la primera vuelta de las elecciones generales que dieron el triunfo a la coalición de los radicales y la CEDA (y de las que dentro de pocos días se cumplirá el octogésimo quinto aniversario) «La Nación» publica un artículo de Ortiz Echagüe titulado «Puede ser un peligro el fuerte Partido Socialista», y por peligro no se refiere a un peligro electoral para la coalición conservadora en la segunda vuelta, a celebrar el 3 de diciembre, sino a un peligro para la nación (no para el diario argentino, precisamente).

Ortiz Echagüe observa que los socialistas volverán al Parlamento con sus efectivos reducidos a poco más de la mitad de los que poseían la legislatura anterior. La pérdida, opina Echagüe, no es tan catastrófica como lo que los propios socialistas piensan. Aún conservan votos y posibles escaños suficientes y necesarios para blindar el régimen republicano contra la amenaza de la extrema izquierda (anarquista) y de ahí que Azaña se esfuerce en lograr una alianza de radicales y socialistas para la segunda vuelta. Sin embargo, Ortiz Echagüe se confiesa abiertamente pesimista respecto a esta opción. No se resolverá, asegura el cronista, «el problema político que implica la existencia de un Partido Socialista fuerte que, por el camino que va, es una amenaza para la vida española» y cita, para fundamentar tal afirmación, el discurso de clausura de la campaña electoral que había pronunciado Largo Caballero y en el que, tras anunciar que el número de los diputados socialistas igualaría o superaría el obtenido para las Cortes Constituyentes, añadió: «Si son menos, se deberá al atropello de las autoridades, y entonces los socialistas tendrán que saltar las fronteras de la ley. Quisiéramos triunfar dentro de la democracia burguesa, pero ellos serán responsables si obtenemos el triunfo por otros caminos». Faltaba menos de un año para que se saltaran todas las fronteras de la ley que ellos mismos habían impuesto a la «república de trabajadores». Pongamos que no es la misma situación que la actual, pero, ¿a que las coincidencias son como para mosquearse?