Americanización

ABC – 09/08/15 – JON JUARISTI

Jon Juaristi
Jon Juaristi

· La nivelación global de las culturas desmantela sin remedio las identidades nacionales.

En un ensayo reciente ( Qu’est-cequ’ une nation?, Bayard, 2015), el historiador Gérard Noiriel se pregunta si sigue hoy vigente la concepción cívica de la nación como proyecto de una vida en común libremente asumido por los ciudadanos, frente a la fundamentación étnica del hecho nacional. Como es sabido, fue Renan quien, en 1882, sostuvo la tesis cívico-democrática contra la etnocultural en una conferencia pronunciada en la Sorbona, de cuyo título se ha apropiado con toda intención Noiriel. En ella, Renan defendía la identidad francesa de Alsacia, región de lengua alemana incorporada al Reich por la fuerza (con el pretexto de que los alsacianos eran alemanes de pura cepa). La definición de la nación como «plebiscito cotidiano», acuñada por Renan, se convirtió en metáfora canónica de la nación republicana y, por extensión, de la nación democrática. Fue esa definición la que sostuvieron los constitucionalistas en el País Vasco frente al nacionalismo étnico de los abertzales y la que hoy se esgrime en España contra el de los secesionistas catalanes.

Noiriel no opta por la defensa de los nacionalismos étnicos frente a la nación cívica. Como historiador, se limita a constatar que, tras la Segunda Guerra Mundial, sólo se atrevieron a reivindicar el nacionalismo los nacionalistas de los «pueblos sin Estado». Los nacionalistas de los Estados se cuidaron mucho de presentarse como tales, tras la derrota de los fascismos. Con todo, Noiriel obvia el hecho de que muchos pequeños nacionalismos europeos se aliaron con los nazis, pero esto no afecta a lo fundamental de su argumentación. Refiriéndose a las grandes manifestaciones de repulsa que siguieron en enero a los asesinatos de los redactores y dibujantes de Charlie Hebdo, subraya su carácter no nacional.

El eslogan «Todos somos Charlie» sustituyó y evitó cualquier alusión a una nación francesa. ¿Qué se defendía entonces en dichas manifestaciones? Nada en concreto, quizá sólo un vago republicanismo entendido como el derecho a vivir seguros. Ni siquiera el antiislamismo, puesto que se había vetado la participación en las movilizaciones a la única fuerza declaradamente antiislámica, el Front National de Marine Le Pen. Compara Noiriel las manifestaciones de enero de 2015 con las de1934, en las que se enfrentaron dos concepciones distintas de la nación francesa, la de las izquierdas y la de las derechas: la nación de los revolucionarios y la nación de los nostálgicos del Antiguo Régimen, la de los galos y la de los francos. Tanto una como otra se han desvanecido (sólo el Front National reclama hoy la herencia de un nacionalismo republicano, pero como coartada de su política xenófoba), y en este desvanecimiento han influido decisivamente tres factores: la ausencia de una nación enemiga interior o exterior (el islamismo no es una nación), el pacifismo a ultranza y la americanización, que implica una pérdida de referencias históricas propias.

El modelo de Noiriel podría muy bien trasladarse a España, donde ni siquiera los nacionalismos secesionistas afirman ya que se enfrentan a una nación enemiga, invocando en su lugar una abstracción fantasmagórica a la que llaman España como podrían llamarla Cercedilla. Ni Mas ni Junquera se parecen a los etarras, que mataban españoles. Por el contrario, dicen amarlos. A los españoles, no a los etarras. En cuanto a las tradiciones históricas, se hallan tan desacreditadas entre los unitarios como entre los secesionistas. Incluso cuando se ponen chulos, los nacionalistas recurren a la parida en clave americana, como esa de que Cataluña será el Vietnam de España. Es decir, todo antes de ser la Cataluña de España, qué horterada, tú.

ABC – 09/08/15 – JON JUARISTI