A escasas tres semanas de nuevas elecciones, en el caso de que Pedro Sánchez no lograra ser investido de nuevo presidente, no se ha logrado fijar fecha para la conformación de nuevo Gobierno. Quizás las negociaciones con los independentistas se encuentran en un camino complicado. Quizás la Constitución no permite margen para ceder a las exigencias que se reclaman desde Waterloo. El panorama resulta algo complicado. Pedro Sánchez, como se comprobó el sábado ante los suyos, insiste en que sí se puede. Uno de sus padres políticos, Felipe González, dice justamente lo contrario, aunque de poco valen sus lamentos. En la calle se suceden las manifestaciones contra la amnistía, unas impulsadas por el PP, otras por asociaciones en defensa de la Constitución, bien sea en Barcelona, Madrid, Toledo o Málaga.
Mientras tanto, Pedro Sánchez y Yolanda Díaz escenifican el relanzamiento de un matrimonio político que va viento en popa mientras se escuchan voces críticas en Sumar desde el lado podemita, ya que las ministras de Podemos se exhiben en pie de guerra y Pablo Iglesias no cesa en sus críticas a su sucesora, a quién él mismo nombró. Nunca había quedado tan demostrado cómo es el no saber perder en política. Escaramuzas sin demasiada importancia.
El presidente del Gobierno en funciones insiste en que sus acuerdos con los independentistas están dentro de la Constitución. Así llevamos ya tres largos meses entre el hermetismo de Moncloa, las filtraciones que emanan desde ERC, las advertencias de Puigdemont y otros episodios desconcertantes. El mensaje de Pere Aragonés, president de la Generalitat, es que no se avanza de forma satisfactoria, y menciona el traspaso de cercanías, en resolver el déficit fiscal, algo del futuro referéndum… en tanto que el prófugo de Waterloo se centra en cuestiones como la amnistía, el referéndum, el mediador internacional y otras exigencias.
De momento no se sabe a ciencia cierta que desean los ciudadanos, quizás haya que esperar a las elecciones catalanas o a una nueva celebración de generales. Poco les importa a los políticos lo que dicen las urnas. Una cosa es negociar con discreción, dialogar lo que no está escrito, y otra bien distinta es aparecer tan gozosa como Yolanda Díaz tras su encuentro con Puigdemont, alguien que no ha respetado las reglas de juego democrático.
Temas cruciales que apenas tienen cabida en el debate político y de los que no hubo respuestas en la actuación en el Reina Sofía a cargo del presidente y la vicepresidenta en funciones, tan alejada de la realidad del país
Claro que se debe avanzar, por lo menos para que se ocupen de algunas urgencias como que la gente de a pie no soporta más las subidas en la cesta de la compra, de cómo somos el primer país de Europa en mayor consumo de ansiolíticos, del drama creciente de una salud mental mermada, deficitaria, de esas reducciones de horarios laborales que nada tienen que ver con la realidad. Esta es la vía que deberían abordar las principales fuerzas políticas de nuestro país. Temas cruciales que apenas tienen cabida en el debate político y de los que no hubo respuestas en la actuación en el Reina Sofía a cargo del presidente y la vicepresidenta en funciones, tan alejada de las verdaderas necesidades del país.
La Princesa Leonor se prepara para uno de los días más importantes de su vida y de los de la España constitucional y democrática, mientras el CIS de la Generalitat catalana, que se llama CEO, subraya que los mayores de 78 años y los jóvenes, los Z y los milenial, los que tienen entre 27 y 42 años, optan por la autonomía y rechazan el separatismo. La independencia pierde adeptos en el Congreso, en el Parlament, en la calle según las encuestas, pero las distancias entre ambas opciones chacen muy difícil el superar el actual estancamiento.
Amnistía a martillazos
Sánchez, tras el unánime comité federal, consultará a sus bases que, cómo no, le entregarán rendidamente su apoyo, sin sorpresas, sin escuchar las verdades que proclama Emiliano García Page, sólo en defensa del marco legal. Tres meses llevan manoseando el proyecto de amnistía para colarla a martillazos en el armazón constitucional, para hacerle un hueco en nuestro Estado de derecho. Una vez que la Heredera haya jurado la Constitución, se acelerará el proceso, se presentará el pacto con los separatistas, se fijará la fecha de la investidura y se podrá comprobar si en Moncloa se ha aceptado todo cuanto reclamaban desde ERC, tan morigerados en sus exposiciones, o se abre la puerta a la unilateralidad y el ‘lo volveremos a hacer’ que imponen las irascibles huestes de Puigdemont. O todo a la vez y en todas partes. A saber.