- Nacionalistas, hagáis lo que hagáis, lo corregiremos para que que ningún español goce de menos libertades o derechos que otro
Para comprender lo que supone la amnistía, escuchen a cualquiera salvo a un socialista. Solo reproducen frasecitas de Sánchez, un hombre que no puede decir la verdad por algún problema que no se sabe aún si requiere de psicólogo, de teratólogo o de exorcista. Segundo, porque si un socialista dijera por milagro la verdad, esta vez tendría que describir una fea bajada de pantalón y calzoncillo; entonces el interlocutor le preguntaría por qué se ha dejado dar por retambufa, y él tendrían que reconocer su código moral: nada vale más que el poder, y si no lo podemos ostentar, lo detentaremos. Bajo se venden: un sueldecito, un coche oficial, cien tarjetas con escudo y unos pasajeros focos. Solo que la mayoría de los diputados socialistas que, como un solo hombre, traicionaron a España y a la Constitución, y luego se aplaudieron, no ven focos ni coche oficial. Sueldecito y tarjetas. ¿Devenís canalla golpista por eso? ¿Es que no tenéis dónde caeros muertos? Más cornás da el hambre, dirán toreros, pero aquí la corná no os la lleváis vosotros, sino España.
Los separatistas valen más. Menos que los defensores del imperio de la ley, eso por delante, pero más que los socialistas. Le confías al PSOE una nación libre y devolverá jirones de mordaza sin patria, varias naciones artificiales donde cada una alimenta el egoísmo de la otra. Camps, que acaba de salir del infierno al que le mandó El País, es inocente salvo por la cláusula a la que dio nombre, un mecanismo que acelera la desintegración de España. Pero cuando una región es manifiestamente insolidaria, como Cataluña, como el País Vasco, lo suyo es impedir que lo sea, no sumarse a su defecto. Ni la izquierda traidora ni la derecha aviesa han dado con el único mensaje a transmitir:
Nacionalistas, hagáis lo que hagáis, lo corregiremos para que ningún español goce de menos libertades o derechos que otro.
Si eso es posible bajo el régimen autonómico, bien está. Si no, peor para el régimen autonómico, pues no es este el que informa el conjunto de la Constitución, sino el principio de igualdad. Los separatas no mienten cuando dicen que han ganado, que lo volverán a hacer, que el próximo paso es un referéndum de autodeterminación, que los socialistas se lo tragarán como reinas (igual que han hecho con la amnistía). Adiós principio de igualdad, adiós división de poderes, adiós imperio de la ley, adiós independencia judicial, adiós jerarquía normativa, adiós sujeción de los poderes públicos a las leyes y a las resoluciones judiciales, adiós interdicción de la arbitrariedad. El golpe se ha consumado. Ahora hay que revertirlo: primero con los recursos adecuados ante el TJUE y el TC (de este no esperen nada, está tomado). Si no funciona, derogando la amnistía en cuanto cambien las mayorías. Si el próximo presidente no se atreviera a hacer tal cosa, estaría aceptando el golpe. Llegados a este punto indeseable, muchos pensarían en cómo los golpistas lograron sus objetivos.