Miquel Giménez-Vozpópuli

 

Nadie podrá discutir que uno de los manjares más deliciosos en España, que ya es decir, es el chorizo, bella flor roja que concurre a nuestras mesas entre el júbilo indisimulado de los comensales. No vamos a ponderar sus virtudes, aunque sí exigir que el chorizo venga siempre acompañado de partida de nacimiento y fe de bautismo. Queden los plásticos incluseros teñidos de rojo y cortados en lonchas para otros. Bueno, pues a lo que vamos, muchos creen que la palabra chorizo – y no miramos a nadie – proviene del latín vulgar, el que hablaba tanto el labriego como el galeote, salsicium. La etimología no queda clara, pero la damos por buena.

Otra cosa es el empleo del término chorizo para denominar al que roba, al ladrón, al corrupto, al que mete mano donde no debe – tampoco miramos a nadie – que nace, según Don Juan F. Gamella, catedrático del Departamento de Antropología Social de la Universidad de Granada, del verbo caló chorar; de chorar, chori, choricear, chorizo. La amnistía, que en apariencia poco o nada tiene que ver con las suculencias porcinas, es vocablo de origen helénico, significando olvido y comparte, qué cosas, raíz con su contraria, recuerdo. Amnesia y amnistía, indigesto plato para cualquier gourmet de lo bueno. Ahora que se habla tanto de amnistías el PP, de suyo lento para tomar decisiones graves, enfila la proa senatorial contra el Congreso -con más razón que un santo – por un conflicto de atribuciones. Considera que la ley de amnistía es una reforma constitucional de tapadillo. Llegados aquí, que allí está muy lejos, es el momento de señalar algunos puntos que juzgamos importantes relacionados con ambos conceptos, amnistía y chorizos. Amnistiados los golpistas e institucionalizado el separatismo como honra y prez de la praxis política catalana ¿Quedará prohibido el chorizo en Cataluña? Insistimos, el embutido, porque sabido es que en Cataluña no se emplea el pimentón – rojo, por cierto, y seguimos sin mirar a nadie – en la manufactura de tantos y tan buenos productos originarios del cerdo – que no, que seguimos sin mirar a nadie, caramba, que pesados son ustedes – como tenemos. Los lazis les dirán que sí, que ahí está la sobrasada, pero es de las Baleares y aunque ellos las consideren Païssos Catalans no vale la pena discutir. Allá ellos. Los que entendemos que todo es España no tenemos esas dudas metafísicas.

La amnistía, que en apariencia poco o nada tiene que ver con las suculencias porcinas, es vocablo de origen helénico, significando olvido y comparte, qué cosas, raíz con su contraria, recuerdo

Prosigo ¿Podría una supuesta Cataluña independiente dar abasto en materia de chorizos o tendría que importarlos de fuera?¿Están en condiciones los separatistas, ahora que Puigdemont dice que se presentará, o no, o quién sabe, de asegurarnos que los dichosos súbditos de esa república catalana mirífica, salvífica y clorofílica, de garantizarnos que disponen de chorizos suficientes? ¿Hay o no hay abundancia de chorizos catalanes? Más todavía: ¿en la amnistía, roja como el chorizo del sanchismo, se contempla implícito un referéndum de independencia choricera? Y ya puestos, ¿Qué pasa con la morcilla de Burgos, el jamón de Jabugo, el lacón gallego, la longaniza de Pascua o los blancos murcianos? Cuidao con estas cosas, que a veces los legisladores están a por uvas y no se dan cuenta de algo muy simple: con las cosas de comer no se juega. A ver si por un quítame allá esos chorizos tendremos problemas.

¿Podría una supuesta Cataluña independiente dar abasto en materia de chorizos o tendría que importarlos de fuera?

Y, como decimos en mi tierra, Déu ens doni gent de be i gallina a escudella, Dios nos dé gente de bien y gallina en la escudella, el cocido catalán. Con chorizo, aunque sea herejía.