Miquel Escudero-El Correo
Alejandro Dumas (padre) introdujo en una de sus novelas, a mediados del siglo XIX, una frase que adquirió notoriedad: «Cherchez la femme»; este ‘buscad a la mujer’ es el interés de buscar la influencia femenina en un problema determinado para explicarlo. Años después, gracias a la novela y el cine negro, se abriría paso el mito de la mujer fatal. Como todo mito, hay que saber cuestionarlo. Es natural que a no pocas mujeres les produzca rechazo por activar la idea de pertenecer a una condición maldita que se proyecta sobre ellas; una clase de misoginia. Por otro lado, no pocos hombres se sienten acusados de forma automática como machistas, y, lo que es peor, marcados como ‘violadores en potencia’; esto es misandria (aversión a los varones). En cualquier caso, todos nos vemos lastrados por la mala índole y las generalizaciones ofensivas.
La editora de mesa Elisenda Julibert ha escrito ‘Hombres fatales’, un ensayo donde da la vuelta al mito de la mujer fatal. Lo ha hecho analizando con detenimiento renombradas películas y novelas. En el imaginario del deseo masculino se suele enfocar a la mujer mediante caricaturas. Así, la ‘amada’ viene a ser a menudo la invención de alguien obsesionado con esa imagen y que pierde de vista la realidad. Al interpretar torcidamente el objeto deseado (un sujeto), se generan apasionamientos desquiciados y se sufre o se hace sufrir. Cuando esto pasa, dice Julibert con acierto, quizá estemos no ante un sujeto fatal, sino ante representaciones que cosifican y que envuelven nuestras vidas con trágico desvarío.
Dado que es mejor prevenir que curar, resulta decisivo el fomento de la educación sentimental.