SANTIAGO GONZÁLEZ, EL MUNDO 25/01/13
· Recapitulación: Carlos Mulas, director de Ideas, fue destituido después de saberse por EL MUNDO que él facturaba a la fundación que dirigía por artículos que firmaba con seudónimo. Mulas había sostenido hasta última hora la existencia de Amy Martin: «Creo que es una analista política. Yo sólo la he visto una vez».
La frase es casi tan notable como la de Jesús Caldera: «No hay nada ilegal. Los artículos se han publicado y los contratos son legales, pero el nombre y la persona de quien los firmaba no existen». ¿Un contrato legal con las partes contratantes imaginarias?
Ayer, Zoe Alameda, mujer o ex mujer de Mulas, afirmó en un comunicado que era ella la persona que se escondía detrás de la razón social Amy Martin. Al saber que su inocente juego ha traído consecuencias indeseadas al mejor hombre que ha conocido, se levanta para reivindicar: «¡Yo soy Espartaco!».
El escrito trata de exculpar al ex director, por no saber que ella era la negra misteriosa de nombre anglosajón que escribía artículos tan bien remunerados hasta el pasado miércoles, bien entrado el día. Ésa es una idea harto inverosímil. Es razonable que una mujer oculte a su marido el nombre de su amante. Pero ser clandestinamente la columnista estrella de la Fundación que él dirige y que le ha pagado 52.000 euros, no tiene un pase. Otro motivo para la destitución. Bueno, para más de una, porque Zoe cuenta que los honorarios los fijó el Departamento de Comunicación. Si fuera cierto que se fijan con tanta prodigalidad pagos tan por encima del mercado, estaríamos ante un derroche de dinero público. Si nadie en la Fundación tiene control sobre a quién se da el dinero ni por qué, tal vez convendría replantearse su existencia.
Zoe Alameda tiene más personalidades que Vázquez Montalbán: Amy Martin en el publishing, es también cineasta y tiene un grupo musical, Reber, en el que actúa como Galatha, junto a su hermano Daniel, en el arte, Handsome (Hermoso) Golem. Con su nombre recibió la última subvención del zapaterismo, 15.000 euros, aprobados el mismo día de la investidura de Rajoy. Su empresa, Story Lines, había recibido previamente dos ayudas de Cultura por 106.794 euros para sendos cortos. Otra de sus personalidades ocupó la dirección del Instituto Cervantes en Estocolmo, donde ejerció el mando con las maneras de la señora Danvers y fue destituida al cabo de 10 meses. Electropop en su grupo musical, gótica en el Cervantes.
Cuenta que estaban separados desde 2009, pero la Fundación pagó en octubre de 2011 facturas de 4.300 euros por estancia en el Room Mate Grace Hotel, donde se alojaron ambos y alquilaron las instalaciones para rodar un videoclip. Él, que ya era director de Ideas, fue administrador único de Story Lines hasta dos meses después, cuando ella lo relevó. Parece un divorcio a lo Gunilla. Amor constante más allá del divorcio, lo habría llamado Quevedo.
El comunicado tiene la medida de sus artículos, aunque su agente no emitirá una de esas facturas tan curiosas: 9.056 caracteres, a 16 céntimos cada uno, 1.448,96 euros. Más 905,60 de la versión en inglés, 2.354,56 euros. Yo lo que no entiendo es que la versión inglesa le quede con los mismos caracteres.
SANTIAGO GONZÁLEZ, EL MUNDO 25/01/13