Anacronismo independentista

ABC 21/09/16
JOSÉ MARÍA CARRASCAL

· No es sólo Pedro Sánchez el que ha perdido los papeles. Son también Urkullu, Puigdemont y demás colegas

Adivinen ustedes quién ha dicho «la independencia en el siglo XXI es un término del pasado». ¿Un españolazo de tomo y lomo? ¿Un carca del PP? ¿Un socialista de la vieja guardia? Pues se equivocan ustedes de medio a medio: lo ha dicho nada más y nada menos que Iñigo Urkullu, lendakari vasco y candidato del PNV en las elecciones del próximo domingo. ¿Estamos ante un vuelco radical del nacionalismo «moderado» vasco? Por desgracia, no, y el propio Urkullu nos devuelve a la realidad con su frase siguiente: «Es imposible que hoy un Estado se pueda declarar independiente». Una contradicción porque, para declararse independiente, se necesita no serlo, y un Estado lo es de por sí. En caso de que no lo fuera, sería una colonia, un protectorado, un dominio, cualquier cosa menos un Estado, que se caracteriza precisamente por tener la soberanía sobre su territorio. La confusión puede venir de que los nacionalistas confunden los conceptos a propósito, para respaldar sus tesis y avanzar hacia sus metas, que no son otras que saltar de la nacionalidad a la nación y de la nación al Estado, su último objetivo. En realidad, Urkullu no persigue más que lo que persiguió Ibarretxe, solo que con más cautela, visto su fracaso. Buscaba este un Estado libre asociado con España, parecido al de Puerto Rico con Estados Unidos. Pero los Estados Unidos son lo bastante ricos y fuertes para permitirse el lujo de tener un Estado libre asociado, mientras que España no lo es y debe andarse con cuidado con quienes la chantajean desde dentro, exigiendo ventajas con la pretensión de no ser del todo españoles. Los «derechos históricos», que también invoca Urkullu, se acabaron en el momento que se acabaron el viejo régimen y, con él, todos los privilegios.

Por su parte, los nacionalistas catalanes intentan alcanzar lo mismo –«lo mío es sólo mío y lo tuyo vamos a repartírnoslo»– acusando al Gobierno español de politizar la Justicia. Cuando son ellos los que lo politizan todo y subordinan la ley a la política. ¿Qué es, si no, su ignorar las sentencias de los más altos tribunales invocando razones políticas, como han hecho ellos no una vez, sino una docena, y anunciar que van a seguir haciéndolo? ¿Quieren convertir Cataluña en un «país sin ley»? Como no creo que su delirio llegue a tanto, lo tomo como la huida hacia delante de un nacionalismo estrujado por una extrema derecha y una extrema izquierda que encuentran mucho más eco entre los jóvenes que pretenden ocupar sus cargos y los indignados que han bajado de estatus a consecuencia de la crisis. No es sólo Pedro Sánchez el que ha perdido los papeles. Son también Urkullu, Puigdemont y demás colegas, que cada día nos salen con una simpleza al no tener otra cosa que ofrecer. No es la independencia lo anacrónico. Son los independentistas que quieren conservar los malos hábitos. Mientras todos tenemos que independizarnos de los malos hábitos si queremos avanzar.