El Correo-JUAN CARLOS VILORIA @J_CVILORIA

Algunos, como el PNV, tachan a la Monarquía de «anacronismo histórico y democrático» y sustentan «el hecho diferencial» en la tradición foral

El Partido Nacionalista Vasco, cuyo lema, establecido por sus fundadores Sabino y Luis Arana, es «Dios y fueros» o lege sarrak (ley vieja), acaba de aprobar en las Juntas Generales de Bizkaia un alegato contra la monarquía como «anacronismo histórico y democrático». El PNV hablando de anacronismos. El partido que consiguió incorporar a la Constitución española la disposición adicional primera, que ampara y protege los derechos históricos de los territorios forales. El partido que sustenta todo el argumentario del «hecho diferencial» en la tradición foral. Que a partir de la Constitución del 78 logró la unificación política (por primera vez en la historia) de los territorios de Álava, Gipuzkoa y Bizkaia, que habían luchado por mantener sus propias instituciones y normas forales en el seno del reino de España. Que bajo el régimen de Monarquía parlamentaria recuperaron los fundamentos normativos y constitucionales del Concierto Económico.

Ese es el partido que en los últimos meses ha lanzado una campaña institucional en las Juntas Generales y en el Parlamento vasco para atacar los pilares de la democracia (Constitución y Monarquía parlamentaria). Y nada menos que tachando a la institución de «anacronismo». Si la Monarquía es una anacronía histórica y democrática, ¿cómo definimos los derechos forales? ¿Alguien ha votado los derechos históricos? ¿Pasó por la urnas en un referéndum el Concierto Económico vasco?

Un país tan admirado por los nacionalistas como Bélgica es una monarquía constitucional. Al igual que monarquías impecablemente democráticas como Países Bajos, Dinamarca, Noruega o Reino Unido. Donde el Rey reina, pero no gobierna. Institución que como han reconocido prestigiosos expertos en derecho público, ofrece valores intangibles como estabilidad, unidad y continuidad.

Puede que sea casual o puede que no. Pero esta campaña coincide con varios reveses socio-políticos que no presagian lo mejor para el inmediato futuro del partido que dirigen Andoni Ortuzar e Iñigo Urkullu. A saber. La sociedad vasca parece claramente ajena a los andamiajes del Estatuto soberanista que el Partido Nacionalista Vasco y EH Bildu intentan dar cuerpo antes de que suene el final de la legislatura. El caso De Miguel (ex-número dos del PNV de Álava) de corrupción política ha sido definido por el fiscal como «trama organizada con prácticas más propias de la mafia siciliana».

El abrupto final del estereotipo de que la palabra del PNV es palabra de vasco con la pirula del pacto de los presupuestos traicionando a Rajoy. El abrazo de EH Bildu del cual no saben como zafarse. La pérdida de una parte del espacio público a manos de los radicales (caso Cabacas, Gure Esku dago) Y otros. Ojo. Porque también se decía que Andalucía era un coto intocable del PSOE y las encuestas le daban siempre mantenerse en el Gobierno. La derrota de su candidato a la presidencia del Athletic puede ser un serio aviso al PNV de pérdida de contacto con la mayoría.