FUNDACIÓN PARA LA LIBERTAD 08/05/17
JORDI MIRALLES
Francia ha tenido un complicado y sangriento pasado político durante el siglo XX.
Cabeza de un imperio colonial ampliamente presente en África y en Asia, con presencia residual en las Américas, aunque con un importante pasado histórico en América del Norte, estuvo en el centro de las dos grandes carnicerías, la Iª y IIª Guerras Mundiales. Se desangró en Indochina, menos en la descolonización de la mayor parte de las que fueran sus colonias africanas y estuvo al borde de la guerra civil a cuenta de Argelia y la lucha del FLN por su independencia.
Recurrió a su gran héroe nacional vivo – aunque su memoria respecto otro gran héroe nacional, Petain, resultaba bien amarga y decepcionante – acudió al general De Gaulle. Y el viejo general, buen estratega desde sus tiempos de joven coronel, asumió el clamor de la «Argelia francesa» mientras se aseguraba la lealtad del cuerpo de ejercito francés destacado en la entonces Alemania Occidental. Y, tomadas las riendas del poder, contando con la fuerza militar suficiente, reorientó la política interior y exterior de Francia, país entonces con un sólido PCF al servicio de la guerra fría, al servicio de la estrategia mundial encabezada y dirigida desde Moscú.
En el plano interno adoptó la difícil pero realista decisión de negociar con el FLN la independencia de Argelia y la repatriación de cientos de miles de «pied noirs», al tiempo que enfrentaba a la OAS y promovió el orgullo de ser francés, dotando a Francia de poder militar nuclear y de cierta capacidad de supervivencia al margen del paraguas de la OTAN dirigido y sostenido, fundamentalmente por los Estados Unidos. Ese renovado brío galo le llevó a lo que, a mi juicio, fue un notable error político: su grito en Quebec. «Vive le Quebec libré», que ha sido muy negativo al convertirse en banderín de enganche para secesionistas de las dos orillas del Atlántico.
Su obra política, la V República, permanece. Francia es un notable actor mundial en todos los órdenes pero menguante en el concierto mundial, dada la emergencia de otras potencias, empezando por China.
La Francia actual, aún potente científicamente, miembro fundador de la actual UE, plenamente reintegrada a la OTAN, presenta su mayor debilidad en el plano ideològico y en la cohesion interna amenazada por un cierto fracaso de su politica de multiculturalidad integradora que ha quebrado ante la agressiva acción del islamismo radical, muy seductor para tantos musulmanes franceses y son mas de 3 millones los musulmanes en la laica Francia de hoy, una Francia en la que -caido el muro de Berlin y desintegradas la URSS y Yugoslavia- el PCF ha pasado a ser la sombra de lo que fue.
Mi análisis, incompleto y provisional, mientras votan los franceses, me lleva a esperar que Macron será el próximo Presidente. Es necesario un análisis más detallado y más profundo sobre el Frente Nacional dirigido por Marie Le Pen, un análisis sólido y riguroso, más allá de la simpleza de tildarlos de «extrema derecha» que nada aclara. Lo que hay que comprender, en mi opinión, son las razones por las que el F.N. resulta atractivo a millones de ciudadanos de la vecina República. ¿Son todos ellos unos desalmados «capitalistas» carentes de toda humanidad, desleales con los principios de fraternidad, de libertad y de igualdad?
Ahí lo dejo, mientras aguardo, en USA, los resultados electorales.