Análisis, LA RAZÓN, 2/10/11
ETA no ha dado ningún paso real de cara a su posible desaparición. Desde que el pasado mes de enero anunciara el alto el fuego, en el que pedía la «Comisión de Verificación Internacional», que ahora se ha formado. Los distintos capítulos del nuevo «proceso» responden, sin duda, a un plan preestablecido en el que los terroristas llevan la batuta.
– Bildu. La tregua de la banda tuvo como compensación la legalización de la coalición proetarra lo que permitió a ETA la recuperación de su «Frente Institucional», con una fuerza no conocida hasta ahora.
– Reproches. A partir de ese momento, se inició un intercambio de mensajes, de manera pública y, al parecer, privada, sobre a quién correspondía dar el siguiente paso del plan preestablecido que, supuestamente, concluiría con la disolución de la banda.
– Presos. Días pasados fueron los presos de ETA, agrupados en su «Colectivo», los que, al amparo de sumarse al «Acuerdo de Guernica», pidieron la amnistía total y el estatuto de reclusos políticos.
– Pasos correctos. A falta de otra cosa, los políticos que apoyan el «proceso», fundamentalmente por razones electorales, se apresuraron a felicitarse de la iniciativa adoptada por los reclusos.
– Acercamiento de presos. El presidente del Gobierno vasco, Patxi López, no dudó en proponer un posible acercamiento de los reclusos etarras a cárceles de la Comunidad Autónoma. Los elogios vinieron en esta ocasión de Bildu y de la llamada «izquierda abertzale» (Batasuna).
– Disolución / Verificación. Los últimos capítulos, por ahora, de este ejercicio de «natación sincronizada», como lo llama un experto, han sido la supuesta disolución de EKIN, que los expertos policiales ponen en duda; y la aceptación por ETA de la «Comisión de Verificación», que ella misma propugnó.
– La realidad. Lo cierto es que ETA ha conseguido marcar el ritmo del plan preestablecido y juega con los tiempos y los gestos a su favor.No ha dado ni un paso real de cara a su disolución, por más que socialistas y nacionalistas se empeñen en proclamar que «estamos en el buen camino».
Análisis, LA RAZÓN, 2/10/11