EL MUNDO 02/10/14
· Las entidades independentistas desafían la suspensión del 9-N e inician en Martorell una prueba piloto de la ‘macroencuesta’ que pretenden llevar a tres millones de hogares
Con su nombre y apellidos escritos en la carpeta amarilla que llevan bajo el brazo, 300 voluntarios de la campaña política de la consulta soberanista del 9-N se amontonan en 10 grupos de 30 personas alrededor de las mesas dispuestas, junto a la iglesia de Cristo Salvador de la localidad barcelonesa de Martorell. Responden a la organización de la megaencuesta de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural, que pretende llegar, puerta a puerta, a más de tres millones de hogares de Cataluña en las próximas semanas para promover la consulta. Ellos son los elegidos para la prueba piloto con que las dos entidades empezaron a última hora de la tarde de ayer a «escuchar los sueños y deseos de los catalanes» en sus propios pisos.
Cada voluntario recibe una carpeta con seis preguntas a formular y trípticos propagandísticos, un código y una chapa identificativa que luce con orgullo en la pechera. La ruta de cada uno de los 300 voluntarios está establecida. Mapa, lista de edificios a visitar, número de puertas… Nada ha quedado en el aire en la campaña Ahora es el momento. 9-N. Hagamos un país nuevo.
Las preguntas resaltan cosas como que «si Cataluña fuera un Estado tendría entre 8.000 y 16.000 millones de euros más» o que «construir un nuevo país permitiría renovar la democracia». Tras exponer este apetecible panorama a favor de la secesión, se pregunta finalmente: «¿Irá a votar el día 9 de noviembre?».
La organización es sobresaliente, según los participantes, un heterogéneo grupo de nacionalistas catalanes llegados a la plaza Pompeu Fabra de Martorell desde diversas localidades barcelonesas: Igualada, Sant Esteve Sesrovires, Sant Pere de Riudebitlles, Collbató… «Hemos venido a reforzar a los voluntarios de Martorell, por si acaso ellos no llegaban a la cifra de 300», explica Maria Riba, que acaba de hacerse voluntaria y revisa la documentación que le han entregado.
«Tal vez gane el no, pero defendemos el derecho a poder votar en democracia. Y por eso me he hecho voluntaria, por amor al arte».
ANC y Òmnium calculan que son necesarios 100.000 voluntarios para cumplir su meta. «Hay muchos timbres a los que llamar. Necesitamos de todos vosotros y de vuestros familiares, amigos y conocidos», dice Carme Forcadell, líder de la ANC, a los presentes. Por ahora cuentan con 35.000 voluntarios decididos a visitar los hogares catalanes. El objetivo de la prueba piloto de ayer era llegar a 8.000 puertas de Martorell entre las 19.30 y las 21.00 horas.
Entre los arremolinados hay más caras conocidas: a Muriel Casals, presidenta de Òmnium, y a la portavoz de ERC en el Parlament, Anna Simó, se han sumado en esta iniciativa la cocinera Ada Parellada y los dramaturgos Joan Lluís Bozzo y Josep Maria Benet i Jornet.
Frente a la iglesia, alrededor de uno de les jefes de grupo, se agolpan 30 voluntarios. Algunos llevan camiseta amarilla, el color representativo del movimiento independentista. Atienden con interés a las explicaciones de Andreu: «Recordad que sólo queremos información». Son las primeras, y últimas, instrucciones antes de empezar a llamar a los timbres de los barrios de Martorell.
Lo fundamental, les dice Andreu, es que no interroguen a los ciudadanos por su opción de voto en la consulta, pero sí sobre si participarán o no. «La frase para que os abran la puerta la podéis decir en catalán, porque en Martorell todo el mundo os entenderá a pesar de que no todos hablen catalán», explica. «Podéis decirles, por ejemplo, algo así: ‘Buenas tardes, vengo a hacer una encuesta sobre el 9-N, ¿me puede abrir la puerta’. Que nos abran la puerta ya es una buena señal». Y prosigue el encargado del grupo: «Si nos la abren, les explicamos que venimos a hacerles seis preguntas. Es bueno que ellos vean lo que apuntamos».
Un joven revisa las «instrucciones para romper el hielo» que una hoja recomienda a los voluntarios: 1) «entradilla una vez nos abren», 2) «hacer la encuesta» y 3) «texto de despedida». Las preguntas están en catalán y castellano. Aunque dan por hecho que la independencia sería beneficiosa, la campaña conmina también a los ciudadanos a decir qué tipo de políticas preferirían tras una eventual secesión. Todo vecino que conteste la encuesta se lleva de regalo unos post-it. «El 80% de los que os abran, os contestará», escuchan en los grupos antes de empezar, distribuidos en parejas y «con muchas ganas», la ruta puerta a puerta.
Una hora y media después, cierta sensación de decepción planea entre los voluntarios. El tiempo les ha parecido poco, y además, cuando han encontrado a alguien en su casa, estaba en muchos casos atareado con el baño de los niños o la cena. «La hora no era la adecuada», justifica Jeanette Castells, que ha participado junto a su marido en la prueba piloto, y muchos les han instado a «volver más tarde». Forcadell, sólo un rato antes, defendía el horario como el más conveniente para una encuesta.
Otro voluntario de Sant Pere de Riudebitlles ha completado seis encuestas en una hora, aunque admite que algunos vecinos no han querido contestar porque eran «reticentes» a posicionarse. «No ha habido situaciones violentas», apostilla en cualquier caso. Y es que muchos voluntarios estaban en alerta ante una posible mala acogida y bien preparados para «no caer en provocaciones». La llegada a Cataluña de refuerzos de la Policía no ha pasado por alto. Jeanette, con todo, se muestra firme en sus convicciones. «Que nos pongan las multas que quieran, porque no las pagaremos», señala en alusión a la posible desobediencia en la que incurren por promocionar la consulta.