JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS, EL CONFIDENCIAL 12/01/13
· Desconfianza y hartazgo. El borrador de declaración independentista elaborado por CiU y ERC, ha sido recibido fuera de Cataluña -y en amplios sectores del Principado- como una insensatez adicional de Mas y Junqueras a la que el Gobierno reaccionó ayer con su habitual parsimonia. La opinión pública, y la publicada, española no parece sentirse dramáticamente concernida por la aceleración secesionista del Gobierno de la Generalitat y no fía a la política la solución al problema. Ni a la política catalana ni a la nacional.
Parece existir la convicción de que evitar la deriva independentista depende mucho más de la capacidad de reflexión y rectificación de y en Cataluña que de las medidas que puedan tomar ésta o aquella instancia política o judicial. Aguanta todavía la esperanza de que se quiebre el silencio de los agentes sociales -en particular del empresariado- y de los ámbitos intelectuales y académicos catalanes para que esta aventura hacia ningún destino -planteada en términos tan rupturistas y radicales como se deduce del texto consensuado por convergentes y republicanos- se detenga o, al menos, adquiera una cierta racionalidad.
Se está comenzando a detectar ciertos desgastes en sus ventas fuera de la comunidad, sobreañadidos a los que conlleva la crisis, no sólo en la facturación del cava, sino también en visitas y pernoctaciones de turistas nacionales.
Bajo el santo y seña de Anem per faina (“Manos a la obra”, “A trabajar”) las organizaciones empresariales de Cataluña se reunirán el próximo día 14 de febrero para propiciar un “clima de diálogo y pacto” entre Madrid y Barcelona. La iniciativa, aparentemente no política, la ha liderado Fomento del Trabajo y la están secundando la Cámara de Comercio de Barcelona, Pimec, Fepime, la Asociación Catalana de la Empresa Familiar y Aijec. Se espera que se adhiera también el potente Círculo de Economía, presidido por Josep Piqué, crítico con las tesis independentistas, de tal manera que a los debates asista una representación contundente del empresariado catalán.
Se está comenzando a detectar ciertos desgastes en sus ventas fuera de la comunidad, sobreañadidos a los que conlleva la crisis, no sólo en la facturación del cava, sino también en visitas y pernoctaciones de turistas nacionales. De manera no llamativa pero cierta, se han producido algunas deslocalizaciones industriales, aunque, por el momento los propios empresarios de Cataluña estiman contraindicada cualquier referencia a un boicot a sus productos y servicios. Lo cual, ciertamente, es prudente. No lo sería que desde cualquier minarete visceral se lanzasen consignas en ese sentido. Sólo empeorarían las cosas y se perpetraría una injusticia. Cataluña también es un mercado importante y muy activo para productos y servicios del resto de España. Entrar en una dinámica de confrontación en este terreno, además de un error, sería una estupidez.
En este panorama, juega un papel sustancial Caixabank que hasta el momento ha sido el prestamista de último recurso de la Generalitat. Según informaciones no desmentidas -y que confirman fuentes de entera fiabilidad- la dirección de la principal entidad financiera de Cataluña ha trasladado al Gobierno de Mas que su disponibilidad a seguir desempeñando este papel ha concluido. Caixabank ha emitido bonos de la Generalitat y le ha concedido créditos encabezando sindicaciones con otras entidades bancarias, como el Sabadell cuyos gestores habrían llegado a las mismas conclusiones que sus colegas.
De tal manera que Mas dependería financieramente de las transferencias del Estado que le corresponden por ley y del flujo de recursos del Fondo de Liquidez Autonómico -que implica una condicionalidad contra la que se revuelve el Gobierno de CiU-, pero no ya del logro de financiación captada en unos mercados que están cerrados para la Generalitat y apenas de la escasa asistencia que las entidades catalanas -con mercado en toda España- están dispuestas a prestarle en 2013. Esta situación paupérrima y el rechazo de buena parte del empresariado catalán, confieren al órdago de CiU y ERC una cierta envoltura de irrealidad.
Aguanta todavía la esperanza de que se quiebre el silencio de los agentes sociales -en particular del empresariado- y de los ámbitos intelectuales y académicos catalanes para que esta aventura hacia ningún destino -planteada en términos tan rupturistas y radicales como se deduce del texto consensuado por convergentes y republicanos- se detenga o, al menos, adquiera una cierta racionalidad.
Además, a finales de febrero se celebra en Paris la feria del libro. Al evento está invitada la literatura que se edita en Barcelona y, por lo tanto, autores y editores catalanes que escriben y publican en los dos idiomas. Círculos próximos a la Generalitat se temen que los que se expresan en castellano no asistiránmostrando abiertamente la fractura interna en el seno de la cultura catalana.
Autores como Félix de Azúa, Juan Marsé, Eduardo Mendoza, Javier Cercas, Maruja Torres, Enrique Vila-Matas, Carlos Ruiz Zafón, Ana María Matute, Juan y Luis Goytisolo… entre otros muchos más, todos ellos con ventas considerables fuera y dentro de Cataluña, no son favorables a planteamientos de corte independentista y, algunos, se muestran abiertamente beligerantes.
Todavía en Cataluña -la polémica es de agosto del pasado año- se debate si los autores de allí que escriben en castellano pueden o no ser galardonados con el Premio Nacional de Cultura de la Generalitat, en su modalidad de literatura. Defendió el criterio positivo Carlos Duarte, presidente del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, pero hasta el momento ni un solo autor catalán que se exprese en castellano ha obtenido esta distinción. A propósito del impulso independentista, va a emerger -ha comenzado ya el movimiento- este sector de intelectuales próximos, la mayoría, a fórmulas federales pero en absoluto complacientes con el secesionismo convergente y republicano.
Si todas estas fuerzas sociales se ponen ahora “manos a la obra” o “a trabajar” (Anem per faina) sería posible que tanto Mas como Junqueras iniciasen una ligera marcha atrás en sus propósitos que recibieron ayer un duro varapalo del debilitado líder de Unió Democrática de Catalunya, Duran Lleida, que no acepta el borrador de declaración parlamentaria soberanista dada a conocer el jueves si a ella no se suman, al menos, el PSC (que ya ha dicho que no lo hará) e ICV-EUiA que ha mostrado serias reticencias.
De ahí que una reclamación del empresariado por el “diálogo y el pacto”, otra intelectual y la disidencia de UDC, parezca, en este momento, la única manera de tascar el freno al bólido que conducen temerariamente Mas y Junqueras, quienes dan la sensación de desenvolverse en un contexto irreal y en un tiempo histórico confundido en el que se insertan como personalidades sin conexión con la realidad catalana y del conjunto de España. Por no hablar del ámbito internacional en el que sus decisiones comienzan a contemplarse como “excentricidades” según expresión textual del embajador en Madrid de uno de los países más importantes de la Unión Europea.
JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS, EL CONFIDENCIAL 12/01/13