JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS-El Confidencial
Merkel es la más valorada por los españoles, apoya a Calviño, su influencia es decisiva en la política nacional y ha convencido al 63% de los alemanes de la bondad del fondo de reconstrucción europeo
Según un sondeo de Metroscopia de enero pasado, Angela Merkel recibía la valoración positiva del 72% de los encuestados y negativa solo del 23%. Lo excepcional es que la política germana era aprobada por los electores de todos los partidos españoles: el 54% de Unidas Podemos, el 73% del PSOE, el mismo porcentaje de Vox, el 83% del PP y el 88% de Ciudadanos. En consecuencia, la canciller de la República Federal de Alemania es una figura admirada, por confiable y sólida, en la sociedad española, lo que sí habla bien de esta fisicoquímica nacida en Hamburgo (1954), también lo hace del correcto criterio de los ciudadanos españoles.
Angela Merkel ocupa escaño en el Bundestag desde 1990; preside su partido, la CDU, desde el año 2000, y encabeza el gobierno alemán desde 2005. Ha sido capaz de gestionar varios gobiernos de gran coalición con el SPD, tras suceder al socialdemócrata Gerhard Schröder. Adquirió experiencia como ministra en gabinetes de Helmut Kohl y es una activa europeísta con conciencia permanente del pasado de su patria —el nazismo— que le compromete a una actitud militante en la moderación y terminante en evitar cualquier tipo de pacto o entendimiento con la extrema derecha de Alianza para Alemania y con la extrema izquierda poscomunista de Die Linke. En la reciente crisis en el estado federado de Turingia dejó caer a su sucesora, Annegret Kramp-Karrenbauer, por permitir que la CDU se aliase con los radicales de derecha para investir a un presidente liberal.
Merkel ha mostrado humanismo ante la inmigración, milita en un feminismo tranquilo pero constante; está entendiendo la sostenibilidad como un vector de futuro, ha mantenido actitudes firmes ante personajes tan dispares como Putin y Trump y ha abordado la pandemia del coronavirus en su país con eficacia y empatía: por primera vez en 14 años de gobierno se dirigió a sus compatriotas para anunciarles el azote letal de la enfermedad. En octubre de 2018, tras algún revés electoral y episodios públicos de temblores corporales, anunció que su vida política terminaría a finales de 2021.
Angela Merkel es la mejor valedora de los intereses de España en la Unión Europea en esta crisis global. Está ejerciendo de puente entre los países «frugales» del norte y los del sur. Apoya una baja condicionalidad de las ayudas, apuesta por la estabilidad del Gobierno a cambio de una mayor institucionalización de Unidas Podemos, quiere a Nadia Calviño como nueva presidenta del Eurogrupo y, según fuentes diplomáticas, no se cansa de subrayar los activos de nuestro país: cuarta economía de la UE, 47 millones de habitantes, medio millón de kilómetros cuadrados de superficie, frontera sur de Europa con África y pasarela con los países latinoamericanos. Es consciente de la conveniencia general de una España estable para encarar la crisis.
Conoció más personalmente a Pedro Sánchez en agosto de 2018, invitada por el presidente del Gobierno a pasar unos días en Doñana. Tuvo una excelente relación con Mariano Rajoy con el que recorrió una etapa del camino de Santiago en 2014 y las vinculaciones entre el PP y la CDU fueron buenas y ahora están en una fase de nuevo tanteo tras la sucesión del gallego por Pablo Casado. En todo caso, Merkel es realista: Alemania es el segundo mercado para España —más del 10% de nuestras exportaciones—; nuestro país necesita de las importaciones alemanas —más del 12% del total de nuestras compras en el exterior—; el año pasado hicieron turismo en España más de 11 millones de alemanes y es el colectivo extranjero con el mayor parque de propiedad inmobiliaria, especialmente en Baleares y la Costa del Sol.
Todas estas circunstancias hacen que Angela Merkel sea la dirigente internacional que más incidencia tiene en la política española. Es posible —se trabaja en ello— que pronto se acuerde una visita de Pedro Sánchez a Berlín para consolidar su apoyo a las pretensiones españolas —incluida la elección de Calviño que se dilucidará el 9 de julio y que tendrá el padrinazgo de su colega germano Olaf Scholz—, después de la significativa presencia en España del ministro de Asuntos Exteriores alemán, Heiko Maas.
Sus inclinaciones, siempre muy racionales y pensadas, en el seno de la Unión Europea, resultan cruciales para nuestro país. La política alemana no es partidaria de maximalismos ideológicos, pero sí de tratar de reducir a términos practicables grandes discrepancias internas de los países cuando estas se proyectan sobre las políticas de la Unión. Y según la encuesta conocida este viernes, elaborada por Polit Barometer para la TV pública ZDF, la canciller habría convencido al 63% de sus compatriotas —64% entre los electores de la CDU— de la bondad del fondo europeo de reconstrucción. O, en otras palabras, de la necesidad de solidaridad en esta crisis. Todo un logro.
Angela Merkel —y lo vamos a comprobar en poco tiempo— ha pronunciado con más convicción que nadie fuera de nuestro país el «Spain, for sure» que proclama nuestra capacidad para acoger con seguridad a turistas, para recuperarnos de la recesión y para rehabilitar las debilidades de nuestro sistema. Ha proclamado, incluso en medios de comunicación —lo hace este sábado en varios— un «for sure» a favor de la ministra de Economía, Nadia Calviño, para que se sitúe al frente de los responsables gubernamentales de finanzas de Europa. Es una estratega inteligente, con una visión global, una conservadora lenta en tomar decisiones pero implacable al ejecutarlas, que marca el paradigma de cómo deberían proceder los dirigentes de la derecha democrática en el continente. El único problema —que es el nuestro— es que Angela Merkel ha decidido que se va en diciembre de 2021. Europa —España especialmente— la va a echar de menos. ‘For sure’. De momento, a partir del 1 de julio, Alemania asume la presidencia de turno de la Unión. En un momento trascendental.